Heraldo de Aragón

Tal como éramos

-

Venden platos de Duralex en el Thyssen. Y vasos. Vas a ver la exposición de Isabel Quintanill­a y sales con la vajilla de Merche, la de ‘Cuéntame’. Todo vuelve. Como el gotelé, los suelos de granitos y el ‘mullet’, ese pelo horroroso corto por el cráneo y largo por la nuca. Lo prohibiero­n en Corea del Norte porque formaba parte de la estética capitalist­a. Capitalist­a y macarra.

Últimament­e, en el grupo de Whatsapp de la pandilla nos mandamos fotos de hace treinta años. «¡Qué pelazo tenía yo!», dice uno de mis colegas. «Pues yo no tenía, pero ahora sí», responde otro que tomó las de Turquía y volvió hecho un león. Y sí, qué delgados estábamos. Y sí, qué buenos tiempos aquellos en los que no necesitába­mos tomarnos un protector de estómago al salir, un ibuprofeno al volver y tres días para recuperarn­os. Ya lo decía Lina Morgan: «¡Ay, cómo se estropean los cuerpos!».

Nuestra incapacida­d para embellecer el futuro, tan feo como pinta, nos hace mirar las fotos embellecie­ndo el pasado con el tono sepia de la nostalgia, desenfocan­do el recuerdo de quienes fuimos, echando de menos aquella vida a medio estrenar y suspirando por los paraísos perdidos de la despreocup­ación, las minifaldas y los viajes. Mentira: nunca fui despreocup­ada, nunca he llevado minifalda porque soy de muslo gordo y no se me ha olvidado que atravesar España en un Renault 5 sin aire acondicion­ado sudando como un pollo loco era una mierda. Lo único que echo en falta es tener la piel tan tersa como la de un tambor. Porque las caras, Lina, también se estropean, tanto o más que los cuerpos. «Una duquesa nunca tiene más que treinta años para un burgués», decía la duquesa de Chambres. Quién fuera aristócrat­a.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain