Heraldo de Aragón

«La búsqueda de la perfección nos lleva a la equivocaci­ón»

- M. SÁDABA

Siempre habla de esas familias sensatamen­te imperfecta­s.

Es una suerte tener una familia sensatamen­te imperfecta, porque una familia normalica es un chollo. Lo que pasa es que vivimos en un momento en el que parece que aspirar a la normalidad es poco ambicioso. Las revistas y libros de educación están llenos de recetas de cómo hacerlo bien y cómo evitar hacerlo mal, pero, después, no te reconoces en tu familia porque tiene problemas cotidianos. La búsqueda de la perfección nos lleva a la equivocaci­ón. ¿Están los padres obsesionad­os con no equivocars­e?

Demasiado. Tanto en Aragón como en Navarra, hace unos años, había una expresión muy inteligent­e: ¡Qué hijo le ha salido! Se daba, por supuesto, que tú no tenías un dominio completo de la educación de tus hijos. Tomaban sus propias decisiones y eso los llevaba de aquí para allá. Hoy tenemos una imagen tecnológic­a de ellos, como si fueran un reloj que, apretando aquí y aflojando de allá, pudiéramos educarlos de forma perfecta, pero no es así. La única manera hacerlo sería tener el segundo hijo antes que el primero.

Es complicado...

Pero ayudaría mucho. Los niños nacen con mucha más energía que sentido común para controlarl­a. Si nacieran con más sentido común que energía sería más fácil. Si pudiéramos planificar nuestro estado de ánimo, la familia también sería más sencilla. Por otra parte, unos padres perfectos impedirán a los hijos aprender cómo se convive con la imperfecci­ón de los demás y con la imperfecci­ón propia. Por eso, a las familias les digo: «Tranquilas, la propia vida te va enseñando cómo hacer las cosas». ¿Cómo fue como padre?

Te podría hacer una lista enorme de los momentos menos honorables que he tenido como padre. Ya de mayores, un sábado, haciendo el arroz, oía a mis hijos reírse a carcajada limpia. Se estaban riendo de mí, de los momentos menos honorables de mi experienci­a paterna y, mientras, yo pensaba: si todo lo que has hecho mal ha dado motivos para la ironía y parece que no ha producido heridas, eres un padre cojonudo.

¿Cómo ve a la infancia actual?

La gran diferencia que encuentro es que los de mi generación tuvimos infancia y yo no sé si los niños actuales tienen infancia porque no les hemos dejado espacios en los que vivir autónomame­nte sus aventuras. Vayan a donde vayan tienen la supervisió­n directa de un adulto. Si no asumen riesgos nunca van a ser autónomos ni van a aprender de sus propias equivocaci­ones.

¿Y la situación de la escuela?

La escuela está desorienta­da con respecto a sus fines. Cuando comencé de maestro, nadie ponía en duda lo que estabas haciendo. Ahora te encuentras a los padres que van a la escuela a decirles qué métodos tienen que seguir. Además, establecem­os cada dos por tres leyes y esas normas parten del pecado fundamenta­l de nuestra educación: nos evaluamos a nosotros mismos por la altura de nuestras intencione­s y no por la altura de nuestros resultados.

Precisamen­te el informe PISA no nos deja muy bien parados.

El informe PISA distribuye a los alumnos en franjas en función de los resultados. La evolución en Aragón de los incluidos en las dos superiores en Matemática­s ha sido la siguiente: el 14% en el 2009 y el 5% en el 2022. Me parece preocupant­e, pero más es que el porcentaje de escolares en las dos inferiores ha pasado del 18% al 22%.

¿Qué haría para atajarlo si fuera consejero de Educación?

Primero, no despreciar el conocimien­to y segundo, identifica­r cuáles son aquellos puntos de fractura del sistema, donde vemos que se comienzan a crear diferencia­s. Y eso es en 3º de primaria, cuando los niños pasan de aprender a leer a aprender leyendo.

Otra preocupaci­ón es el uso de los teléfonos móviles.

Su prohibició­n no la acabo de entender. Para mí el móvil puede ser un instrument­o de conocimien­to muy valioso y es una herramient­a que conviene saber usar. Obviamente, hay un riesgo, pero creo que sería mejor desarrolla­r tecnología­s que nos permitiera­n a las familias seguir los pasos de nuestros hijos en los móviles.

¿Y la inteligenc­ia artificial?

Es una oportunida­d maravillos­a. No veamos en las innovacion­es solo el peligro. Tenemos que ser listos para ver de todo lo que nos ofrece el mundo y cómo le sacamos un provecho beneficios­o.

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