Heraldo de Aragón

El Paniqueso

- Aragón de leyenda por Alberto Serrano Dolader

El primer sábado de mayo los vecinos de El Frasno se acercan en romería hasta su ermita de Pietas. En procesión, en la que no faltan las cortesías de las banderas, suben en peana a la Virgen desde la parroquia (donde ahora la guardan por seguridad) para que pase el día en su santuario. Es el Paniqueso, así denominado porque el ayuntamien­to obsequia con una ración de esos dos alimentos. Pero no es esta la única ocasión del año en la que han festejado a la Virgen de Pietas. Veamos:

En la primera mitad del siglo XX, los frasneros le dedicaban varios días de fiesta en octubre; hacia 1970 se trasladó el jolgorio a agosto: «Sí, y el cielo descargó una gran tormenta que inundó muchos bajos y no pocos campos; los mayores comentaron que era un castigo por haber trastocado el calendario», me indica Maribel Orera.

Por su parte, el etnógrafo Urzay Barrios anotó que el día 25 de marzo era la jornada de las Cien Ave Marías: «Se subía en procesión desde El Frasno hasta la ermita de la Virgen de Pietas, rezando cien avemarías y una oración que se repetía al finalizar cada una de ellas. Por el camino cogían violetas que luego llevaban a sus casas para formar pequeños ramitos».

El benedictin­o Gregorio Argaiz escribió en 1675 que esta ermita era muy frecuentad­a «por sus grandes milagros». En 1739, el carmelita Roque A. Faci concretó: «Baldados son muchos los que a visita de esta santa imagen han recibido salud eterna», añadiendo que «desahuciad­os ya por los médicos, lograron salud».

Manuel Orera Blasco (1930) me comenta: «A la Virgen de Pietas en la zona se le ha conocido como la Meona, porque siempre que se le pide llueve». De la súplica de este beneficio hay constancia, al menos, desde el siglo XVIII. En un opúsculo publicado en torno a 1940, mosén José M. Vázquez indica: «Ninguno recuerda que jamás se hayan celebrado rogativas o se haya bajado la imagen de la Virgen a la parroquia y se haya negado a socorrerlo­s». Buceando en la hemeroteca encuentro un ejemplo: en el contexto de una fortísima sequía, los vecinos de El Frasno acudieron a Pietas en la mañana del 16 de mayo de 1910, y a las 3 de la tarde ya había llovido lo suficiente para considerar que «todo quedó regado».

Del mismo modo que propiciaba la lluvia en caso de necesidad, alejaba las tormentas con pinta de desastrosa­s: «Virgen de Pietas hermosa / que en los pies llevas la luna, / no permitas que nos caigan / tronadas malas ninguna», se le rezaba en verso.

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