‘María Domínguez. Una flor en el páramo’ se estrena con tres personajes en las Esquinas
Escrita por Francisco Fraguas y dirigida por Mario Ronsano, con Ana García de protagonista, cuenta la vida de la alcaldesa republicana de Gallur, elegida en 1932
ZARAGOZA. ‘María Domínguez. Una flor en el páramo’, la pieza teatral que se estrena mañana en el Teatro de las Esquinas, a las 20.00, de la mano de Factory Producciones, nació en Gallur (Zaragoza) en 2022 como un espectáculo para quince actores, con música en directo, para conmemorar el 90 aniversario de la elección de esta mujer como alcaldesa de Gallur un 29 de julio de 1932.
La obra la dirigió Mario Ronsano a partir de un texto del dramaturgo y actor Francisco Fraguas, que destacó ayer que «era una mujer injustamente poco conocida, menos que contemporáneas suyas como Victoria Kent, Clara Campoamor, Margarita Nellken e Hildegart, una mujer que fue maltratada por su primer marido y de extracción humilde» que no se resignó a su destino: se rebeló, estaba llamada a ser analfabeta y se formó, abandonó a su esposo, ejerció de sirvienta en Barcelona, sobrevivió haciendo medias y a la vez leyó todo lo que pudo. Logró ser maestra. María Domínguez escribió en prensa, en periódicos como ‘El País’, ‘El Ideal’ y ‘Ahora’, y pronunció discursos «en los que coincidió con conceptos de Martin Luther King y el propio John Fitzgerald Kennedy», apuntaban. Y revelan que en la obra hay un sueño futurista que une a King con a la alcaldesa, que sería asesinada en Fuendejalón al inició de la Guerra Civil, en septiembre de 1936.
De actualidad
Todo ello le interesó mucho al director Mario Ronsano. Aunque el de mañana es un estreno absoluto, la pieza ha sido escenificaba en varios colegios y «ahí hemos visto que María Domínguez tocaba muchos temas de actualidad con los que se identifican los jóvenes. En cualquier caso, es una mujer majestuosa que merecía ser conocida», decía el director. Fraguas leyó mucho, todo lo que pudo, se sorprendió de lo poco que era conocida esta mujer, y trabajó en contacto con varias especialistas: Carmina Gascón, Pilar Maluenda y Julita Cifuentes; a veces las llamaba solo para cambiar dos líneas. Redactó una pieza con María Domínguez en el centro, pero también con muchos personajes.
Director y dramaturgo tuvieron claro de inmediato quién daría vida a María, la actriz Ana García, que se entrega al papel y al personaje con profesionalidad y pasión, con cierta identificación, sobre todo por el ideario feminista y su defensa de la República. Reconoció que tampoco sabía muchas cosas de ella, y que, como a los demás, le habían impresionado muchas frases de sus discursos. Una de ellas es usada casi como un reclamo: «Si la mujer tiene el derecho a subir al cadalso, debe tener el derecho de subir a la tribuna».
El reparto lo completan el propio Fraguas, que tiene una conexión especial con Mario Ronsano, y la joven actriz Cielo Ferrández. Ambos representan a una quincena de personajes cada uno. La pieza es rápida, con escenas cortas, transiciones veloces, donde no se cuenta todo, dijo Ronsano, que recordó que le gusta mucho recibir las aportaciones de los actores. Cielo Ferrández dijo que está sumamente agradecida de poder participar en una pieza tan emocionante.
Los otros dos personajes capitales son los músicos Jesús Ortiz (que toca el piano) y Noelia Gracia (intérprete de violín), que elaborarán una especie de banda sonora llena de matices. Están siempre detrás de un velo, aunque no tocan todo el tiempo. «Nosotros mimamos con la música las palabras de María y los demás personajes», decían los músicos, y lo hacen con sonidos propios, inventados para la ocasión, y con otros que ya existentes. Recordaban que con determinados sonidos de violín o de piano subrayan el llanto, la pena, el abandono, la tensión de la obra. teatral necesario para sostener una peripecia sobre césped artificial y dos sillas de jardín, que lo mismo sirven para discusión de despacho, coreografía y cabaré. Esa misma convención teatral permite una estructura que juega en dos planos. La pareja de personajes en crisis pone de manifiesto la pertinaz desigualdad entre hombres y mujeres. El dúo de actores apela al público sobre la paradoja de interpretar desde la frialdad necesaria para no naufragar en las emociones de los personajes, evidencia el interés dramático que separa el patio de butacas de las ficciones escritas, improvisadas o vaya usted a saber que transcurren en el escenario, y lanza dardos de cachondeíto contra los egos y las costumbres que caracterizan