Más leña para una peligrosa hoguera

El efecto más triste y más dañino que ha provocado el último sainete de Pedro Sánchez ha sido echar más leña al fuego de los ataques que sufre la labor de los jueces y tribunales. Con el agravante de que ese combustible ha sido arrojado a la hoguera, me parece, de manera plenamente deliberada por parte del presidente. Y de que, además, les viene muy bien a los independentistas para arrimar el ascua a su sardina. Ya le han dado a Sánchez la bienvenida a su trinchera, la de los perseguidos, dicen ellos, por injustas y malintencionadas causas judiciales. Nótese, por cierto, que si nuestro jefe de gobierno se siente ahora perseguido, hay también un tal Donald Trump al otro lado del mar que se presenta como víctima de lo que él llama ‘el Estado profundo’. ¿Será que en todas partes cuecen habas? ¿O será que presentarse como víctima de poderes ocultos es una buena táctica política? Aunque sea una táctica a la desesperada. En fin, el deterioro de la imagen de la Justicia viene de atrás y lo peor es que el gobierno tiene su parte de culpa, pero también tiene la suya la oposición, el Partido Popular. El panorama sería un poco menos negro si, por ejemplo, se hubiera renovado a tiempo y sin escándalos el Consejo General del Poder Judicial. Y en el retraso que acumula esa obligación constitucional, aunque sea difícil determinar cuánta le corresponde a cada uno, tienen responsabilidad grave los dos partidos, el PSOE y el PP. Desde luego, reformar ahora el procedimiento de elección para facilitar una renovación más afín al gobierno no será buena idea. Pero tampoco lo es vincular, como hace el PP, la solución del conflicto a un previo o simultáneo cambio legal que haga recaer la elección en los propios jueces. Si Sánchez y Feijóo se dieran cuenta de que en ese combate en torno al CGPJ pierden los dos, y pierde la Justicia y perdemos todos, y quisiesen, por una vez y sin que sirviese de precedente, ponerse de acuerdo, quizá podríamos recuperar un poco de esperanza.