Sánchez se visualiza ya en un cuarto mandato mientras sus socios exigen concretar un plan
En el PSOE viven con alborozo el renovado estado de ánimo que ahora exhibe su jefe de filas
que la progresista se abre a explorar todas las opciones sobre la mesa. Este martes la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, no ha querido comentar la posibilidad de retomar la reforma que planteó el Gobierno en 2020 para rebajar las mayorías parlamentarias exigidas para renovar el CGPJ y que retiró ante las advertencias de Bruselas, pero ha lanzando una advertencia si persiste el bloqueo del PP. «Sigue siendo deseable ese acuerdo con el PP, pero si hay un empeño total y absoluto por parte del PP de bloquear la renovación y no cumplir la Constitución, tendrán que entender que tenemos que estudiar y valorar nuevos mecanismos», ha señalado. Al respecto, la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), mayoritaria en la carrera, destaca que su postura no ha variado respecto a lo ocurrido en 2020.
MADRID. Pedro Sánchez no solo ha dejado atrás la duda que, según explicó en su carta a la ciudadanía el pasado miércoles, lo atenazó al conocer que un juez había decidido abrir diligencias previas en torno a su mujer, Begoña Gómez, por un supuesto delito de tráfico de influencias denunciado por el pseudosindicato Manos Limpias. Lo ha hecho con contundencia. Tras mantener en vilo al país durante cinco largos días, que su partido vivió con verdadera angustia, ayer proclamó que estaría incluso dispuesto a presentarse a la reelección para un nuevo mandato. «Estoy con ánimo para estos tres años – dijo– y los que quieran los españoles con su voto».
En el PSOE viven con alborozo el renovado estado de ánimo que ahora exhibe su jefe de filas, por más que no falten voces que admitan en privado que el inédito episodio vivido en la última semana ha dejado al descubierto algunas fallas en una organización excesivamente dependiente de su líder. El personalismo con el que Sánchez maneja las riendas de su partido ha llegado en esta ocasión al extremo de que, ni siquiera tras haber decidido que no dimitiría, en la madrugada del sábado, según su relato, se molestó en comunicárselo de inmediato a quien llevaba días sumida en la incertidumbre de si tendría que sustituirlo o no, la vicepresidenta primera, María Jesús Montero. Pero apenas hay reproches internos y la mayoría se felicita de que hoy están más fuertes de cara a las catalanas del día 12 y las europeas de junio. «Salimos como un cohete», sostiene un barón territorial.
Sus socios, empezando por los de la coalición, se muestran en cambio más críticos. No solo cuestionan que fuera necesario que Sánchez hiciera partícipe de su dilema personal a todo el país sino que avisan de que, si de verdad lo que estuvo en el trasfondo de su ‘pájara’ fueron los ataques de la «maquinaria del fango» con la que la derecha y la ultraderecha, están poniendo «en riesgo» la democracia; si, de verdad, como afirmó ayer, se siente víctima del ‘lawfare’ –no judicial sino de la ‘policía patriótica’ del exministro popular Jorge Fernández Díaz– y si, de verdad, ha decidido quedarse para combatir todo eso, debería actuar ya.
La propia Yolanda Díaz, que este martes compareció en la Moncloa tras el Consejo de Ministros, defendió que es necesario dotar el «punto y aparte» anunciado por el jefe del Ejecutivo de «contenido». Pero en Moncloa defienden, en consonancia con lo esgrimido por Sánchez tanto en TVE como en la Ser –los dos medios a los que ha concedido entrevistas– que es pronto para poner sobre la mesa medidas concretas; que si el presidente hubiera vuelto de su «reflexión» con un plan estructurado se habría dicho que su reclusión había sido una mera operación para recuperar la iniciativa política, y que la tarea que pretende liderar es una «causa nacional» que debe contar con muchos otros participantes.