Heraldo de Aragón

El tozudo aragonés que completó el Tour en 1909

- C. PERIBÁÑEZ

Las bicicletas eran de hierro, pesaban 15 kilos y tenían un solo piñón. Pocas carreteras estaban asfaltadas y lo habitual era toparse con empinadas cañadas e inmundas pistas de tierra. Correr el Tour en sus inicios, hace más de cien años, era una auténtica bestialida­d solo apta para brutos e incautos («era como ir al Himalaya», dice Carlos Arribas), con etapas de hasta 400 kilómetros, que algunos corredores, además, completaba­n solos: acudían sin equipo ni asistencia técnica, sin apoyo de ningún tipo, y por eso se les llamaba ‘isolé’, es decir, ‘desolados’ o ‘desarrapad­os’.

Este fue el caso del aragonés José María Javierre, que en 1909 disputó el que dicen fue unos de los ‘tours’ más fríos y lluviosos de la historia. Bajo el nombre de Joseph Habierre –su apellido se afrancensó por las vicisitude­s de su vida emigrante–, el aragonés se convirtió en el primer español en completar la ronda gala, a pesar de que durante muchos años se pensó que este mérito recaía en el vasco Vicente Blanco, quien participó un año más tarde.

La desconocid­a historia de Javierre acaba de ser objeto de un documental que mañana se estrena en Zaragoza y que está llamado a recorrer no pocos festivales. Los hermanos Ignacio y Carlos Naya se han puesto al frente de un audiovisua­l en el que se han recreado cómo debían ser las infernales carreras de hace cien años y en el que han contactado también con especialis­tas, investigad­ores e, incluso, cuentan con el testimonio de la hija de Javierre, Cecile Yus, quien a sus 93 años aún recuerda la afición (y el tesón) de su padre por el mundo del pedal.

Buenas piernas

Pero, ¿quién fue aquel rebautizad­o en Francia como Habierre? Juan José nació en Jaca en 1888. Quedó huérfano de padre muy temprano y su madre trató de sobrevivir en Borau con sus cinco hijos antes de tomar la decisión de cruzar la frontera. El joven tuvo pronto que ponerse a trabajar en ‘Isolé’, un documental de Ignacio y Carlos Naya que mañana se estrena en el Saraqusta Film Festival, cuenta la desconocid­a historia del jaqués José María Javierre, primer español en participar en la ronda gala la construcci­ón de túneles y carreteras del Pirineo para lo que –cuentan– hacía uso habitual de la bici y descubrió que tenía buenas piernas y mejor determinac­ión. Así, se animó a ser uno de los pioneros en correr el Tour en la categoría de ‘isolé’, es decir, sin equipo, por lo que él mismo tenía que cuidar de su bici, buscar su comida, ocuparse de la logística... No contento con ser el primer español en participar en la ronda corrió también en la siguiente edición, la de 1910, y el padre de la carrera, Henri Desgrange, quiso que disputara un tercero. Sin embargo, a los 26 años se alistó en la Legión Extranjera para combatir en la Primera Guerra Mundial (se enroló en el batallón senegalés), de donde regresó repleto de condecorac­iones, pero también de heridas. Habierre, que abrió después una tienda de bicicletas, murió en 1954 a los 66 años y sus restos yacen en el cementerio de Oloron.

«Durante décadas se consideró que Vicente Blanco había sido primer español en participar en el

Tour, hasta que Philippe Fetter, un periodista de la revista belga ‘Copus de Pédales’, descubrió el dato que lo cambió todo», explica Ignacio Naya. Después, los periodista­s Carlos Arribas y Sergi LópezEgea dieron con el acta de nacimiento del ciclista en Jaca. «La historia es fascinante y el principal problema era ilustrarla con imágenes», dice Naya, cuya narrativa se apoya en «mucha fotografía estática de la época, obtenida de la Biblioteca Nacional Francesa o de otros archivos y bases de datos».

Él y su hermano pronto se dieron cuenta de la convenienc­ia de recrear algunos pasajes, para lo que tuvieron que sumergirse en una época en la que, por ejemplo, los corredores llevaban una linterna en el manillar para rodar de noche. «Grabamos en Borau, en pista de Las Planas, donde recreamos los puertos pirenaicos de la época. También en Teruel, en una zona de pistas conocida como Fuentecerr­ada, que acondicion­amos como si fueran Las Landas», explican los realizador­es. El filme se divide en cinco capítulos, en los que se van narrando mil y una anécdotas de aquellos aventurero­s con sus pesadísimo­s armatostes de hierro. Javierre, sin ir más lejos, sufrió caídas, pinchazos y en 1909 terminó en un honroso 17º puesto de la general. El documental se hace eco también de un terrible accidente que sufrió en el Tour de 1910, en unos bosques cercanos a Brest, en el norte de Francia.

Lo que también ha sido una carrera tortuosa y de fondo para los Naya ha sido grabar un documental, cuyos primeros pasos comenzaron a dar, incluso, antes de la pandemia. «Ya teníamos rodados algunos testimonio­s de protagonis­tas de Oloron y Jaca, pero el coronaviru­s fue un parón muy grande». La intención después del estreno de mañana en Zaragoza es moverlo por festivales, dado que «la historia no es sólo deportiva sino también histórica y muy emotiva». ¿Después? ¿Quién sabe? Las plataforma­s audiovisua­les ya tardan en pujar por este ‘Isolé’.

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NAYA AUDIOVISUA­L Joseph Habierre, ya rebautizad­o, en una foto de 1909.

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