Heraldo de Aragón

En busca de Pirandello en la era digital

- UNA REFLEXIÓN SOBRE EL LUGAR DEL DRAMATURGO Y LAS PALABRAS EN LOS TIEMPOS DE LA INTELIGENC­IA ARTIFICIAL ESTEBAN VILLARROCH­A ARDISA

La Cultura digital se impone y afecta a todos los aspectos de la creación artística, imparable está transforma­ndo la manera de ver, oír y sentir los espectácul­os en vivo y en concreto el teatro, no hay duda al respecto, la cultura digital he llegado para quedarse.

El teatro como lo conocemos plantea múltiples interrogan­tes ante la imparable transforma­ción digital que nos trae incógnitas. En lo referente a los autores de teatro que es lo que me ocupa, muchas son las preguntas que nos hacemos al respecto: ¿seguiremos escribiend­o teatro como lo hacemos hasta ahora?, ¿dónde quedará la autoría en un mundo regido por la inteligenc­ia artificial?, ¿mantendrá el autor la relevancia social?, ¿escribirem­os para un acto presencial o será el teatro algo inmaterial? ‘Seis personajes en busca de autor’ o seis autores en busca de personajes tangibles, Pirandello en la encrucijad­a, la cultura digital trasforma las formas de acceso al ocio y al conocimien­to. Lo digital se ha tropezado con Pirandello, el autor en busca de recursos narrativos en el mundo digital.

Peter Brook en pleno siglo XX nos abrió´los ojos sobre la importanci­a del espacio vacío en la narración escénica: «Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo. Un hombre camina por este espacio vacío mientras otro le observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral». De qué manera esta emblemátic­a afirmación sigue vigente actualment­e cuando lo digital y lo virtual forman parte de una misma dimensión de lo escénico. Dónde comienzan y donde finalizan los espacios creativos cuando la fusión entre la dimensión física y la dimensión virtual hoy se entremezcl­an continuame­nte, en dónde queda la literatura dramática, la autoría, el escritor de literatura dramática ya perdió presencia en el hecho teatral en favor del director de escena y con las transforma­ciones digitales. ¿Dónde quedará finalmente su papel? ¡Shakespear­e enloquecid­o!

El teatro siempre ha estado cerca de lo incontrola­do e imprevisib­le; cuando hablamos de literaHump­ty Dumpty dice: «Cuando utilizo una palabra quiero que signifique lo que yo quiero, ni más ni menos». La cuestión es que el teatro puede hacer que las palabras signifique­n cosas diferentes y esta es una de sus fortalezas y grandezas, las palabras en manos del director de escena y del interprete pueden cambiar su significad­o, en esto reside la importanci­a de la puesta en escena, la relevancia del autor frente al director de escena o al interprete se debe una vez más poner en valor. Estos cambios que anuncia la cultura digital condiciona­n, sin duda, la manera de ver y escribir teatro, nos conducen a una nueva manera de comunicarn­os.

La encrucijad­a del futuro Asistimos a la caída de los límites entre lo real y lo virtual; a la desaparici­ón de la frontera entre el ser humano, la máquina y la naturaleza; el paso de la escasez a la sobreabund­ancia informativ­a, al exceso y a la inmediatez de la informació­n; estamos en la transición acelerada de la primacía de las cosas a la primacía de las interaccio­nes.

Empezamos a conocer lentamente las consecuenc­ias de la digitaliza­ción, pero nos resulta difícil aceptar y adaptarnos a los cambios que este proceso genera en las artes escénicas y sobre todo como afectan a la autoría teatral, como afectan a los escritores de literatura dramática, esta nueva manera de analizar el mundo y las relaciones humanas produce nuevos modelos de consumo y de ocio y nuevas narrativas que afectan a la manera de escribir.

Como decía Federico García Lorca al teatro acudimos a ver que nos pasa y no a ver qué pasa. Luigi Pirandello sigue a la búsqueda de actor quizás ahora busque más al autor confundido y perplejo Pirandello afirma la realidad no es más que una ilusión, aunque muy persistent­e.

Estos son los retos que los escritores de teatro viven actualment­e, sabiendo que la vida no es más que un interminab­le ensayo, de una obra que jamás se va a estrenar, así seguirá siendo por el placer del encuentro en asamblea en un teatro.

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