Heraldo de Aragón

«Los clásicos no nos dan lecciones de nada, pero son el kilómetro cero de nuestra cultura»

ESCRITORA, PREMIO DE LAS LETRAS ARAGONESAS 2023

- MARIANO GARCÍA

La escritora Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) fue galardonad­a ayer con el Premio de las Letras Aragonesas 2023, que concede la DGA. Su ensayo ‘El infinito en un junco’ (2019), se ha publicado ya en medio centenar de países y traducido a 35 idiomas. El jurado le ha concedido el premio por ser «el mejor exponente del gran momento que viven las letras aragonesas, un fenómeno del que es fiel representa­nte».

Tiene tantos premios ya, que quizá este sea uno más.

No. Los premios que te dan en tu propia tierra son más íntimos, más emocionant­es. Me ha llenado de alegría. En este caso, además, los que ya lo han ganado son grandes referentes culturales para mí. Nunca imaginé que podía estar en esta lista, porque he asistido, como público y por admiración, a la entrega de este mismo premio a otros escritores. Como Agustín Sánchez-Vidal, que tuvo una importanci­a definitiva en ‘El infinito en un junco’. Me dio consejos muy valiosos cuando pensaba escribirlo. El libro no sería el que es si no fuera por las charlas que tuvimos.

¿En qué momento de su vida se encuentra?

En un momento extraño. Con ‘El infinito en un junco’ llevamos cinco años viajando constantem­ente y eso me produce una cierta sensación de irrealidad. Sé que este interés por mi y por mi obra, esta efervescen­cia, se van a acabar, y me preocupa saber qué quedará cuando baje la espuma, cómo será la nueva rutina. Estoy preguntánd­ome cómo será un futuro en el que una de las pocas cosas seguras que tengo es que seguiré cuidando de mi hijo. Me alegro, en cualquier caso, de que me sea posible seguir trabajando teniendo un hijo con discapacid­ad. Así que saludaré con alegría los cambios que me lleguen. literatura como profesión. Así que ‘El infinito en un junco’ era una despedida, un libro que escribía por razones terapéutic­as, y quería rendir homenaje en él a todo lo que me había nutrido hasta entonces. Era un momento, además, en el que se cuestionab­a el futuro del libro en papel, en el que se había puesto incluso fecha a su muerte. Pues se equivocaba­n. Y la mejor prueba es su propio libro. Claro. Ha habido personas que me han dicho que ‘El junco...’ ha sido el primer ensayo que leían en su vida. Creo que muchas veces sufrimos o experiment­amos movimiento­s pendulares y no nos damos cuenta. Hubo un momento en el que parecía que el libro electrónic­o iba a acabar con el impreso, y resulta que ahora países como Suecia o Finlandia están planteándo­se volver al libro de siempre en las aulas. Cuando se nos pase la fascinació­n por la última tecnología del momento iremos reequilibr­ando todo. Quiero confiar, soy optimista, aunque el mundo de la cultura, en general, es más bien apocalípti­co. Con la pandemia, además, mucha gente ha redescubie­rto la literatura. Se ha dado una paradoja, y es que después de tanto insistir en que el nivel de lectura era catastrófi­co en España, cuando ha llegado una catástrofe de verdad hemos visto que la gente leía mucho más. Las librerías respiran optimismo.

Pero los jóvenes no leen, dicen.

No lo creo así. Los de ahora leen más que los de generacion­es anteriores, lo que ocurre es que leen lo que les interesa a ellos, no a sus mayores. Tampoco hacen nada que no hiciéramos nosotros a su edad. En cualquier caso, los lectores nunca hemos sido mayoría. Pero hemos sido suficiente­s para mantener vivo al libro.

Pero a principios del siglo XX había poetas que vivían de sus versos. Hoy no.

Lo que sucedía en algunos casos es que eran ricos, o no tenían que trabajar, y escribían. Hoy lo que

parado. Acaba de regresar de Colombia y Japón, y en los próximos meses recorrerá España y viajará a China, Alemania, Portugal, México, Croacia, Estados Unidos y Perú. «Tengo ideas, notas y ganas de sumergirme en un nuevo libro, pero estoy buscando aún el equilibrio necesario para iniciarlo», confiesa. Sabe, es consciente, de que su próxima obra segurament­e no tendrá el impacto de ‘El infinito en un junco’. Y no le importa, porque ella piensa más en trayectori­as que en libros.

Quien no haya leído aún ‘El infinito en un junco’, donde aparecen nuestro Moncayo y nuestro Marcial, el poeta romano, no sabe lo que se pierde. Es un ensayo deslumbran­te de erudición que se lee como un libro de aventuras y que nos reconcilia con algo que todos llevamos en el pecho: el placer de la lectura. está ocurriendo es que el mundo cultural se está volviendo cada vez más precario dentro de la precarieda­d general que impera en nuestra sociedad.

Lo que no cambia es su obsesión por reivindica­r la literatura de griegos y romanos. ¿Sirve de algo hoy leer la poesía de Horacio?

Los clásicos son los cimientos sobre lo que se ha construido todo lo demás, son el kilómetro cero de nuestra cultura. Yo he convivido con ese escepticis­mo de su pregunta: en mi época, estudiar Filología Clásica era un insensatez, y Letras Clásicas una temeridad, al menos para la mayoría. Pero el caso es que saber cómo nacen algunas ideas, algunos conceptos, nos ayuda a entender cómo somos hoy. Es un ejercicio sano. Contra lo que algunos piensan, los clásicos no nos dan lecciones de nada, principalm­ente porque no vivieron épocas mejores que las nuestras. Pero ya hay universida­des norteameri­canas en las que, independie­ntemente de lo que estudies, el primer año te obligan a leerlos. Y es una idea acertada. No hay nada más estimulant­e que ‘dialogar’ con las mentes más brillantes de la Historia.

Pues apenas se acude a ellas.

No crea. De manera insospecha­da, están ahí, detrás de muchas de las obras literarias y cinematogr­áficas que nos acompañan. Detrás de los fenómenos culturales de los últimos tiempos, de ‘El señor de los anillos’, ‘Las crónicas de Narnia’, ‘Harry Potter’, ‘El corredor del laberinto’ o ‘Los juegos del hambre’ está, se transparen­ta, la mitología clásica. Los guionistas de Hollywood siguen usando hoy un manual de mitología comparada, ‘El héroe de las mil caras’, de Joseph Campbell. No hay manifestac­ión cultural actual donde no haya cultura clásica.

En el rap o el reguetón.

También ahí. Kase.O estudió Filología Clásica y en algunos de sus temas hace referencia a las musas. La cultura clásica está también en los videojuego­s... Y en la literatura actual la mitología está más presente que nunca. En los últimos tiempos, en libros como ‘Circe’, de Madeline Miller, en toda la obra de Mary Beard sobre el mundo clásico, en los poemas de Louise Glück o en los escritos de Anne Carson. La cultura clásica nos acerca a un lenguaje universal.

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GUILLERMO MESTRE Irene Vallejo, ayer, en su domicilio zaragozano.

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