Besos con poderes curativos para los niños hospitalizados
Con motivo del Día del Niño Hospitalizado, profesionales y asociaciones animaron con cantos a los pequeños ingresados y a sus familiares
En un día cualquiera, en el Hospital Infantil Miguel Servet de Zaragoza hay ingresados un centenar de niños, de ellos casi 70 en las áreas de cirugía pediátrica y uci y el resto en las unidades de neonatología. Algunos de los que están librando batallas contra la enfermedad cargan con goteros que son más grandes que ellos. Otros han pasado más tiempo entre las paredes del centro que en su propia casa. Para estos valientes, ayer fue una jornada diferente. La celebración del Día del Niño Hospitalizado fue a excusa perfecta para cantar, bailar y lanzar muchos besos, tanto a las puertas del Servet como del Clínico, y en otros 180 centros hospitalarios españoles.
Profesionales sanitarios que les cuidan y miman y voluntarios de al menos nueve entidades se reunieron a las puertas del Servet al mediodía. El Parlamento Europeo aprobó el 15 de mayo de 1986 la Carta sobre los Derechos del Niño Hospitalizado. «Tenemos que ser capaces de una asistencia de máxima calidad para que la hospitalización sea estrictamente la necesaria, colaborando con atención primaria para que los cuidados que sea posible se puedan hacer desde el domicilio», defendió Mercedes Ruiz de Temiño, subdirectora médica del Infantil. Destacó el papel que juegan los voluntarios de asociaciones que contribuyen con su acompañamiento a que se sientan en la medida de lo posible casi como en su casa. Y recordó que el personal sanitario está comprometido con «la humanización de los hospitales».
Rogelio Esteban es uno de los voluntarios de la asociación de padres de niños con cáncer Aspanoa. Durante 21 años se ha acercado todos los martes al servicio de oncología para hablar, contar su experiencia y escuchar a los padres que tienen a sus hijos ingresados, además de «echarles una mano» en todo lo que puede. Sabe por lo que pasan y cómo se sienten.
A su hijo le diagnosticaron leucemia con 5 años. Ahora tiene 33 y «lleva una vida normal, juega al rugby, al balonmano y es fisioterapeuta». Tiene grabadas a fuego las fechas de su estancia en el Servet, del 4 de noviembre de 1996 al 4 de junio de 1997. Siete meses a los que siguieron los «temores» y las revisiones hasta los 18 años.
Cuando el psicólogo de Aspanoa le propuso ser voluntario no se veía capaz, pero se ha convertido «en una de las experiencias más enriquecedoras que he vivido». Y eso que hay días en los que salía del hospital «muy tocado, porque, no nos engañemos, a veces los niños evolucionan bien y es una inmensa alegría, pero otras no y también te vienes abajo».
La banda sonora de este aliento para los más pequeños hospitalizados la puso el coro del colegio Montessori de Zaragoza, integrado por 45 niños de 3º a 6º de primaria. Cantaron ‘Un beso redondo’, tema compuesto por Conchita, que seguro se ha escuchado en las habitaciones infantiles a las que también, como por arte de magia, llegaron las decenas de besos lanzados por las personas que asistieron a este acto de concienciación. Durante la mañana se les entregaron juguetes, para que se aíslen un poco de su enfermedad y tengan un motivo más para sonreír.