El romántico regreso de Meg Ryan
Las películas románticas de los 90 se asocian a nombres como el de Meg Ryan. Su éxito un poco antes, en 1989, con ‘Cuando Harry encontró a Sally’ la llevó a protagonizar ‘Joe contra el volcán’, ‘Algo para recordar’, ‘Cuando un hombre ama a una mujer’, ‘French Kiss’, ‘City of Angels’ o ‘Tienes un e-mail’. A principios de los 2000, ‘Prueba de vida’, de la que se habló pero por lo extracinematográfico, abrió un punto de inflexión negativo que no subsanaron ‘Kate & Leopold’ ni la erótica ‘En carne viva’ ni ‘Contra las cuerdas’, realidad que se agravaría por sus olvidables trabajos a finales de aquella década. Desde entonces su presencia en la industria ha sido mínima. Por ello, tiene su simbolismo y su romanticismo (en el sentido de mantenerse fiel a su faceta) que a sus 62 años regrese a la temática, y además no solo actriz, sino también como directora, coguionista y productora, con ‘Lo que sucede después’.
David Duchovny, otra figura de los 90, la acompaña en esta obra, basada en una pieza teatral, sobre una expareja que se reencuentra largo tiempo después en un aeropuerto en medio de una tormenta de nieve. Irregular, alargada, plana en lo formal y más modesta de la cuenta, no logra materializar lo que Ryan, en su segundo trabajo detrás de las cámaras (debutó en 2015 con ‘Ithaca’), pretendía. Sin embargo, se deja ver y genera cierto efecto por lo que evoca respecto a lo que ha guiado a Ryan en su vuelta. Tiene mucho de repaso, de recordatorio personal y de intención de revivir las situaciones reconocibles de este tipo de historias.
Al relato incluso se le coge incluso algo de cariño por su perfil clásico casi en extinción y por cómo modula el factor de los dos únicos personajes y el de la narración circunscrita a las conversaciones entre ambos. Los momentos emotivos y las alusiones a la perspectiva, tan habitual en la madurez, de que la vida no ha ido como hubiera gustado generan asimismo su pequeña conexión. En esa línea, resulta casi entrañable que Ryan haya decidido jugar con los apuntes mágicos. No obstante, la licencia de que el aeropuerto se queda solo para ellos es lo único salvable del tratamiento de esta vía, cursi y fallido.