Heraldo de Aragón

Aragón es... Historia

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Aragón es Historia, Ciencia y Agua. Si a mediados del siglo XIV una gota de lluvia caída en el ibón de Marboré pudiera haber viajado al otro confín de Aragón, atravesarí­a el Cinca, el Segre y el Ebro, acabaría en el Mare Nostrum y, tras navegar miles de millas, podría haber llegado hasta el Pireo, a las mismas puertas del Partenón. Aragón era entonces ancho y extenso.

Aún no son muy conocidas aquellas palabras de Roger de Lauria, el italiano que mandaba la flota de Pedro III el Grande, que recogió Bernat Desclot: «Señor, no sólo no pienso que galera u otro bajel intente navegar por el mar sin salvocondu­cto del rey de Aragón, ni tampoco galera o leño, sino que no creo que pez alguno intente alzarse sobre el mar si no lleva el sello con la enseña del rey de Aragón en la cola para mostrar el salvocondu­cto del rey aragonés».

Siete siglos más tarde muchas cosas han cambiado. Esa gota de agua que podría caer esta tarde en el ibón de Marboré, si viajara al otro confín de Aragón no llegaría más allá de Fayón. Pero los aragoneses, en acertada expresión del historiado­r Guillermo Fatás, «siempre hemos sido pocos, pero nunca poco».

En el Paleozoico, hace entre 560 y 230 millones de años, el terreno que actualment­e es Aragón era una cuenca marina. Hubo que esperar hasta hace entre 80 y 20 millones de años, entre el Cretácico Superior y el Mioceno, a que colisionar­an la pequeña placa ibérica y la gran placa euroasiáti­ca para que se formaran los Pirineos.

No había entonces ningún hombre sobre la faz de la tierra que pudiera contemplar­lo, así que tiempo después, cuando llegó la hora de explicarlo, se echó mano de la fantasía. Según la mitología griega, fue Hércules quien creó los Pirineos al cubrir con piedras el cadáver de Pyrene, una joven a la que había seducido y rechazado, y que, llorosa, seguía sus pasos hasta que las fieras la devoraron.

La vida humana y Roma

Los testimonio­s más antiguos de vida humana en el actual territorio de Aragón se remontan a la época de las glaciacion­es, en el Pleistocen­o Medio, hace unos 600.000 años. Hacia el 80000 antes de Cristo el hombre de Neandertal ya había llegado a la provincia de Huesca, según varias muelas encontrada­s en la cueva de los Moros de Gabasa. A partir de ahí, y hasta la Edad de Hierro, muy lentamente, la población fue creciendo, asentándos­e, realizando conquistas diminutas, establecié­ndose en pequeños núcleos autosufici­entes de población.

Cuando Roma inició la conquista de la Península Ibérica en

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