«Un palacio es más que sus piedras, es un símbolo»
Los arquitectos Mariano Pemán y Luis Franco han restaurado algunos de los monumentos más importantes de Aragón. Ellos, también, han sido guardianes de la historia
Desde 1980, Mariano Pemán y Luis Franco han restaurado buena parte de la Historia de Aragón: la Seo de Zaragoza, que fue Premio Nacional; la Aljafería; el monasterio de Sijena... Palacio árabe y cristiano, cuartel militar en época de Isabel II y sede de las Cortes regionales, la Aljafería es el edificio civil más importante de Aragón. «En él quedan testigos materiales de todas las épocas fundamentales de nuestra historia, desde el siglo IX, con la Torre del Trovador, hasta nuestros días, como sede de las Cortes», señala Franco.
Ese mestizaje marcó su trabajo cuando asumieron la restauración. «Para llevar el edificio a cualquier etapa había que eliminar todas las demás, y eso era imposible», añade el arquitecto. Y su compañero Mariano Pemán subraya: «El reto era darle entidad arquitectónica a zonas que estaban desconectadas entre sí. Había que otorgar un sentido arquitectónico al conjunto».
Y lo lograron. Hoy la Aljafería es una de las joyas monumentales de Zaragoza, y ello se debe a los arquitectos que la restauraron pero, también y sobre todo, a las Cortes. «El acuerdo político de instalarlas allí fue una apuesta fuerte, sobre todo de Antonio Embid, y con cierto riesgo. Pero ha salido bien, porque un monumento de estas características necesita un mantenimiento constante, y las Cortes se lo dan», subraya Mariano Pemán.
«Y otro aspecto clave es que el año 218 antes de Cristo se encontró con numerosos pueblos indígenas en distinto grado de rebeldía: los jacetanos, por ejemplo, tuvieron que ser sometidos por las armas. El actual territorio aragonés quedó integrado en la provincia Tarraconense del Imperio y, a lo largo de siete siglos de prosperidad, fue romanizándose y asumiendo una nueva cultura, latente aún en aspectos como el trazado de las calles de algunas ciudades importantes, como Zaragoza, y también, al igual que en el resto de España, en el idioma y en muchos usos y costumbres.
Siglos después llegaría un nuevo periodo de prosperidad y cultura. En el año 714 árabes y bereberes desde el primer momento se decidió que las Cortes no invadirían la zona monumental, que permitirían la visita –subraya Luis Franco–. Las partes ‘nuevas’ entienden a las antiguas y, en ese sentido, la Aljafería es también un edificio iniciaron la conquista del valle del Ebro, que lograron rápidamente. Las luchas intestinas y la lejanía respecto al poder central cordobés hicieron que la Marca Superior, donde se integraba el actual territorio aragonés, tuviera cierto grado de autonomía. A principios del siglo XI, además, la caída de la dinastía Omeya llevó a la constitución de un estado independiente, la taifa de Zaragoza, contemporáneo, actual. Tiene la capacidad de dialogar con todo lo que hay a su alrededor».
Los arquitectos recuerdan aún que al principio todo el personal laboral de las Cortes llegó a caber en un piso de la calle de San Jorge. Hoy el palacio es el corazón político y civil de la comunidad autónoma, la sede de una institución moderna y funcional, que desarrolla también una intensa actividad cultural y que se da el lujo del que carecen el resto de parlamentos regionales: vivir en un edificio que resume la historia de España y que es Patrimonio de la Humanidad. «El trabajo que fue uno de los más brillantes de todo al-Andalus a lo largo de todo un siglo. De aquella época nos ha quedado un gran legado, incluida la Aljafería.
Paralelamente a todo esto, y ya desde el siglo VIII, algunos cristianos que no querían someterse al Islam se habían ido refugiando en el Pirineo. Al otro lado, Carlomagno quería frenar el avance árabe con algo más que la barrera natural que constituían las montañas, y ayudó a que fueran creándose pequeños estados cristianos que le ayudaran en la tarea. Surgieron los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza.
El documento más antiguo en el que aparece la palabra ‘Aragón’ pertenece al archivo del monasterio de San Juan de la Peña y está fechado en el año 828. En él, el rey García Jiménez de Pamplona y el conde Galindo ‘de Aragón’ realizan una donación al mencionado monasterio.
Uno de los hijos del rey navarro fue el primer rey de Aragón, Ramiro I, unificando los tres condados y generando un reino que ocupaba la parte central de los Pirineos,
con capital en Jaca. Luego, Sancho Ramírez se hizo vasallo del Papa de Roma, Pedro I conquistó Huesca y Barbastro, y Alfonso I el Batallador, que tomó Zaragoza en el año 1118, llegó a triplicar el territorio del reino. Alfonso II fundó la villa de Teruel en 1171 y Jaime I el Conquistador no solo incorporó al reino las islas Baleares, Valencia y Murcia, sino que ordenó también al obispo de Huesca, Vidal de Canellas, que recopilase y organizase todo el derecho aragonés. En los fueros, en aquel Vidal Mayor y Vidal Minor que escribió, residen muchas leyes que aún regulan nuestra convivencia.