Delanteros que resurgen lejos de Zaragoza
El doblete de Álvaro trae a la memoria otros nombres como Gueye o Sabin Merino, que este curso están viendo portería
ZARAGOZA. Es como la Ley de Murphy. No falla… Si un exdelantero te visita, échate a temblar. La Romareda recibió con cierto desasosiego la llegada Álvaro Giménez, que ya había marcado al Zaragoza en la ida, y el transcurso del encuentro le dio la razón a los más pesimistas: dos goles como dos soles del ariete del Racing de Ferrol, para recordarnos que hay muchos ‘9’ a los que les resulta más fácil triunfar lejos de aquí.
«Es una pena porque es un club en el que jugué un año. Yo tampoco elijo cuando puedo o quiero meter goles. Se ha dado así, y estoy contento de poder ayudar. Es una lástima, pero un delantero lo que quiere es marcar sea donde sea», señaló el ilicitano al finalizar el partido de este domingo como claro protagonista.
Con ese doblete, ya suma 10 dianas. El doble de las que firmó con el Zaragoza, poniendo de manifiesto que en Ferrol se ha reecontrado con su mejor versión. «El destino me ha dado esto. Desde el verano no me lo pensé el venir al Racing y gracias a Dios está saliendo todo muy bien y esperemos que siga así», valoró desde la zona mixta de La Romareda.
Álvaro apenas celebró los goles por respeto a la afición zaragocista. Aquí estuvo una temporada, cedido por el Cádiz, y nunca llegó a romper. Fue más delantero boya, asumiendo funciones de descargar juego hacia sus compañeros, que un referente anotador como el que el equipo que por aquel entonces entrenaba Juan Ignacio Martínez necesitaba.
La suya fue una etapa decepcionante, aunque no al estilo de otros atacantes que han pasado por el Real Zaragoza recientemente, como su compañero Sabin Merino, también en las filas del Racing de Ferrol y que no jugó este domingo al estar lesionado.
Además, Merino también tiene cláusula del miedo. Y es que el vasco sigue teniendo contrato con el Zaragoza hasta junio de 2025, por lo que, en cierto modo, a la entidad blanquilla le conviene que esté realizando una buena campaña en Ferrol. Lleva seis goles y, además, es muy valorado por el trabajo que aporta en la presión, sobre todo cuando entra de refresco en las segundas partes.
Con los maños, Sabin Merino no logró hacer ni un solo tanto. Al estilo de otros ‘9’ del Zaragoza reciente como Pape Gueye, que curiosamente sí está funcionando de regreso al fútbol belga: suma ocho dianas en 27 compromisos con el RWDM Molenbeek, recién ascendido a la Jupiler League.
Cabe recordar que el club flamenco pagó un traspaso de 3 millones de euros por Gueye el pasado verano, a pesar de que acababa de cerrar su periplo en la capital aragonesa con un deplorable rendimiento -22 duelos, solo cinco como titular, y cero tantosque suscitó las críticas de la afición.
Lento, desubicado, torpón… En muchos momentos no aparentaba tener unos mínimos para la élite, aunque este año, de regreso a una liga a la que ya estaba adaptado, puesto que ya había jugado en el Oostende, ha demostrado que puede ser válido. Al menos, luciendo un escudo de menos relevancia que el del Real Zaragoza.
El peso de la camiseta
Este no es un asunto baladí. La camiseta pesa. Y por ahí se puede empezar a dar explicación a la difícil adaptación de otros delanteros que rinden antes y después de pasar por este club, pero no cuando deben hacer frente a las exigencias de La Romareda.
Ahí está Sinan Bakis. El fichaje estrella para esta temporada 2023-24. Otro atacante que tampoco ha estrenado su cuenta, y que, más allá de los problemas físicos que lo han ido lastrando, no ha estado a la altura de las expectativas generadas.
Hasta el punto de que, con el equipo jugándose la permanencia, Víctor Fernández no confía nada en él.
Este domingo ni siquiera participó. Vio cómo Sergi Enrich le pasaba por delante y, al fin, justificaba sus minutos con el gol del empate en el tiempo de descuento. Su primero en 30 apariciones, probando que, a pesar de tener un rol más secundario que el de Bakis, de revulsivo, ha sido otro de los grandes chascos del mercado.
El Real Zaragoza lleva demasiado tiempo errando en la mayor parte de sus apuestas para la delantera. Tener gol es sinónimo de estar arriba. Carecer de él, de estar en tierra de nadie o incluso pasándolo mal, como es el caso de un conjunto que, a falta de dos jornadas para el término de la competición, ha sido incapaz de sellar la salvación. Preocupante. Muy preocupante.