Heraldo de Aragón

EL DISCURSO DE LEONOR

- Princesa Leonor En Zaragoza, el 21 de mayo de 2024

Presidente de Aragón, ministra de Defensa, presidenta de las Cortes, alcaldesa de Zaragoza, autoridade­s, señoras, señores. Saludo en especial a todos los aragoneses que me estáis arropando en esta mañana tan emocionant­e.

Les confieso que cuando llegué a Zaragoza el pasado 17 de agosto venía con muchas expectativ­as, en parte por todo lo que me había contado mi padre, aunque también sabía que algunas etapas no serían fáciles. Aterricé en la Academia General Militar con ilusión y muchas ganas de aprender y conocer tanto a mis compañeras y compañeros de promoción, como de las otras promocione­s con las que he compartido este año.

Les puedo decir que lo que he vivido aquí supera con creces lo que pensaba hace diez meses. En Zaragoza, en Aragón, me he sentido en casa, acogida y acompañada en una tierra que siempre formará parte de mi vida. Quedan sólo cinco semanas para que me vaya, para que reciba mi despacho de alférez, y ya empiezo a echaros de menos!!.

No sólo me he formado como cadete, sino que descubrir la exigencia académica e intelectua­l, física y técnica que eso significa, me hace apreciar aún más al Ejército de Tierra y a nuestras Fuerzas Armadas. Aquí he conocido a jóvenes de mi generación y he convivido con ellos. Les aseguro que lo que vivimos mientras nos formamos en la Academia nos une para siempre y nos hace madurar y crecer gracias al compañeris­mo, a la guía de mandos y profesores rona de Aragón juraban los fueros, la Princesa de Asturias y de Gerona recordó que llegó el pasado 17 de agosto a la Academia General Militar con ilusión y ganas de aprender y también «con muchas expectativ­as», en parte por lo hablado con su padre que igualmente se formó en Zaragoza hace cuatro décadas. Y enfatizó que descubrir «la exigencia académica e intelectua­l, física y técnica» que significa formarse como cadete le ha hecho «apreciar aún más» al Ejército de Tierra y al conjunto de las Fuerzas Armadas. y a todas las personas de la Academia que nos impulsan para seguir avanzando y mejorando. Aquí hemos jurado bandera, aquí hemos superado momentos que requerían esfuerzo y un gran trabajo de equipo, aquí hemos disfrutado y sufrido juntos y, sobre todo, aquí hemos aprendido mucho.

En estos meses he sentido el respeto y la amabilidad de los aragoneses que, además, me están acompañand­o en esta mañana tan importante para mí. Su apoyo ha sido y está siendo continuo, tanto en la Aljafería, como en la plaza del Pilar y en la Seo del Salvador, lugares históricos donde la tradición y el simbolismo se proyectan con fuerza en el alma de los aragoneses y también de la Corona. Estoy muy agradecida —de verdad— por lo que he vivido aquí durante este tiempo, por todo lo que me ha dado esta ciudad.

Hoy es un día especial porque el cariño de muchísimas personas de esta tierra queda reflejado en los reconocimi­entos con los que me distinguís: el título de hija adoptiva de Zaragoza, la Medalla de las Cortes y la Medalla de Aragón. Mi padre lo vivió de un modo parecido hace casi 40 años y en estos días hemos hablado mucho de ello. Seguir sus pasos significa mucho para mí.

Gracias Zaragoza. Gracias Aragón. Gracias a todos los que habéis hecho posible que en este tiempo me sienta una aragonesa, una maña más. ¡Gracias!

La cadete Borbón Ortiz confesó que lo vivido con sus compañeros de promoción de la AGM les une «para siempre» y les hace madurar y crecer «gracias al compañeris­mo, a la guía de mandos y profesores y a todas las personas de la Academia». Y tras admitir que llegó siendo consciente de que algunas etapas «no serían fáciles», añadió que han superado «momentos que requerían esfuerzo y un gran trabajo de equipo». «Aquí hemos disfrutado y sufrido juntos y, sobre todo, aquí hemos aprendido mucho», remarcó.

Ante los 350 invitados a la entrega de la Medalla de Aragón en la catedral, la princesa Leonor también valoró los lugares históricos que han sido escenario de estas distincion­es, la Aljafería, la plaza del Pilar y la seo del Salvador, «donde la tradición y el simbolismo se proyectan con fuerza en el alma de los aragoneses y también de la Corona», enfatizó.

Tanto en las Cortes como en la catedral no ocultó su emoción por las cerradas ovaciones de los invitados y se llevó la mano al corazón como sentida muestra de agradecimi­ento. El acto institucio­nal se cerró con el himno de España y los invitados se dirigieron con posteriori­dad al patio del palacio arzobispal, en el que se había organizado un cóctel.

La heredera de la Corona se incorporó unos minutos después, ya que aprovechó para disfrutar de una rápida visita al templo y firmar en el Libro de Oro del Gobierno de Aragón, como antes lo había hecho en los de las otras dos institucio­nes. En este caso, lo hizo junto a la capilla de San Bernardo, donde está enterrado Hernando de Aragón, y en la mesa había sendos ejemplares de la Constituci­ón y del Estatuto y un facsímil del códice de Sádaba, ceremonial de coronación de los reyes de Aragón. Allí escribió que recibir la mayor distinción de la Comunidad en el mismo lugar donde se coronaban los reyes de la Corona de Aragón suponía «un privilegio y un honor» que recordará siempre. De nuevo, reiteró el día «muy feliz» que le unía, «de un modo especial», a esta tierra aragonesa».

ZARAGOZA. El presidente aragonés, Jorge Azcón, destacó ayer ante la Princesa de Asturias el papel «imprescind­ible» de la institució­n «en la responsabi­lidad de garantizar el orden constituci­onal, el normal funcionami­ento de las institucio­nes y la vigencia del Estado de Derecho». Antes de entregarle la Medalla de Aragón, reafirmó que las distincion­es concedidas a la futura reina de España convoca a los aragoneses «a perseverar en el imprescind­ible compromiso de todos con los intereses generales, una responsabi­lidad que, necesariam­ente, ha de ser compartida».

En un discurso político y marcado carácter nacional, aseveró que la presencia de la heredera de la Corona en la Seo, lugar emblemátic­o de la historia de Aragón por ser donde juraban los reyes los fueros, suponía un «símbolo inequívoco de pertenenci­a y fidelidad con la causa común de España».

El máximo responsabl­e autonómico también recurrió al pasado para ensalzar que Aragón ha construido su historia en torno a los «valores de pacto, lealtad y libertad», respetando, como bien superior, la soberanía de los ciudadanos, iguales en derechos

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