La princesa Leonor sella un vínculo imperecedero con Aragón
La princesa de Asturias ha recibido las medallas de Aragón y de las Cortes, y el reconocimiento como hija adoptiva de Zaragoza en una ceremonia semejante a las que el Rey Felipe protagonizó en 1986 y 1989. «Mi padre lo vivió de un modo parecido hace casi 40 años y en estos días hemos hablado mucho de ello. Seguir sus pasos significa mucho para mí», ha asegurado con lealtad. Mucho ha cambiado España en estas casi cuatro décadas. Para empezar, el heredero del trono es hoy una mujer y la gobernabilidad del país ya no está solo en manos de los dos grandes partidos (PSOE y PP) sino que depende de formaciones que no creen en el proyecto común que se levantó sobre la Constitución de 1978. La Princesa es consciente de estos cambios y por eso, en su reciente discurso de jura de la Carta Magna, ha confirmado tanto su compromiso con los principios democráticos como su intención de observar un comportamiento que merezca el aprecio de los ciudadanos. Una buena prueba de este compromiso está siendo su ejemplar estancia en Zaragoza, en la que se percibe la mano del nuevo jefe de la Casa del Rey, el zaragozano Camilo Villarino.
Jorge Azcón ha afirmado en la ceremonia que la presencia de la heredera de la Corona supone un «símbolo inequívoco de pertenencia y fidelidad con la causa común de España». En los ocho meses que lleva en Aragón, la Princesa ha mostrado un comportamiento modélico, discreto y muy centrado en el estudio y la convivencia con sus compañeros. Se está esforzando en sacar el máximo resultado del proceso de aprendizaje porque uno de sus empeños es, siguiendo el modelo de sus padres, prepararse para demostrar que la Monarquía es una institución útil que presta un servicio fundamental a la sociedad española.