Relevo en el Licenciado Vidriera de Zaragoza: de padres a hijos
El local, uno de los más emblemáticos del Casco Viejo zaragozano, abre una nueva etapa con la jubilación de sus fundadores y queda en manos de dos de sus vástagos
Si la pervivencia de un negocio durante 37 años ya es motivo de celebración, mucho más extraordinario resulta que, tras la jubilación de sus fundadores, el relevo lo tomen dos de sus hijos.
Este es el caso del Licenciado Vidriera, uno de los bares más emblemáticos en el Casco Viejo de Zaragoza. Inaugurado en la Nochevieja de 1987 por Juanjo Hervías y Mario Meneses, el local ha mantenido su actividad en estas casi cuatro décadas en dos ubicaciones, la primera en la confluencia de la plaza del Justicia con la calle del Temple y la segunda, desde 2017, en la calle del Temple número 10. Por su barra han desfilado desde Javier Bardem a Maribel Verdú, pasando por María Valverde, Mario Casas...
El retiro de los socios fundadores ha cedido el testigo y la responsabilidad a dos de sus vástagos: Daniel Hervías y Eduardo Meseses, ambos de 44 años. Por delante tienen la misión de replicar la excelente relación mantenida por sus progenitores y su éxito comercial, que también abarca otros dos establecimientos próximos, Manolo La Nuit y La Cucaracha. «Jamás he visto a mi padre y a Mario discutir, y eso que pasaban todos los días juntos. De ellos hemos aprendido todo y lo seguimos haciendo: el trato con la gente, cómo dirigir equipos. Y, sobre todo, su mano izquierda», explica Daniel Hervías, que estudió Magisterio pero que nunca ha ejercido de profesor.
Siempre tuvo claro cuál era su camino. «Llevo toda la vida viniendo a este bar. Recuerdo que con 9 o 10 años ya me traía y no se me olvida ese olor a serrín. Más tarde, comencé a echar una mano los fines de semana y cuando terminé los estudios ya sabía que quería dedicarme a la hostelería. Me he acostumbrado a esta forma de vida», razona.
Su socio, Eduardo Meneses, también conserva recuerdos muy frescos, desde pequeño: «Me acuerdo hasta de la obra que hicieron en el local original, que anteriormente era un anticuario. Cierro los ojos y veo a mi padre y a Juanjo picando para ayudar a los operarios en la reforma. Eran otros tiempos, de niño iba a barrer algunas mañanas y mi padre me ponía propinas entre la basura para motivarme. Estudié Empresariales, pero no dejaba de ir al bar a echar una mano. Y desde 2008, con el ‘boom’ de la Expo de Zaragoza, ya he trabajado únicamente allí».
Ambos son conscientes del reto que se les presenta. «No resulta nada sencillo que un bar permanezca abierto tantos años y tan bien como lo han hecho nuestros padres. Somos conscientes de que no es un pub cualquiera, que tiene mucha solera y que es uno de los más antiguos de Zaragoza. Conozco a Dani desde que tengo uso de razón y llevamos una línea que es más de amigos que de socios. Estoy muy contento de trabajar codo con codo con él», concluye Eduardo Meneses.