‘El nacimiento de Venus’, la encarnación de la belleza según Sandro Botticelli
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El gran representante del Renacentismo florentino del Quattrocento, Sandro Botticelli (Florencia, 1445 – Florencia, 1510), dejó para la historia una de las obras más famosas del mundo. Cargada de significados alegóricos y referencias a la mitología griega y latina, ‘El nacimiento de Venus’ plasma la llegada de Venus, la diosa del amor y la belleza, a la isla de Chipre.
En este cuadro sobre lienzo ejecutado al temple, técnica innovadora que empleaba el autor, sitúa en el centro a la diosa Venus sobre una concha, como si hubiera resurgido de las profundidades del mar. Una ninfa se dirige a cubrir su desnudez con una manta de flores estampadas a la derecha, mientras que, a la izquierda, el dios de la brisa y el viento, Eolo, zarandea sus cabellos, dando la sensación de elevar del suelo los elementos del cuadro. En la representación del cuadro, rosas de jardín revolotean delante de la diosa, movidas por ese ligero viento. La obra del florentino no deja de ser un gótico que intenta ser renacentista, pero que conserva a su vez aquellas brisas de la estética medieval en las que Venus nace de la espuma de las olas, y en ella se sostiene, consumada.
La delicadeza y gracia característica de Botticelli se refleja en su dedicación a la hora de retratar figuras femeninas gráciles, normalmente diosas mitológicas y madonas, sobre todo pelirrojas, en obras que dominan la perspectiva, el color y los volúmenes como representación de sus ideas neoplatónicas.
Una de las curiosidades que rodea la vida de Sandro Botticelli resulta en que su verdadero nombre es Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi. Fue apodado Botticelli por su hermano, quien tenía una obesidad «parecida a un barril», según los historiadores. Tal era su gordura que la extendió a los demás miembros de la familia.
Fue el protegido de los Medici, estimulado para que pintara los mitos de la antigüedad, alegorías paganas y demás novedosas temáticas. Su inclinación por la belleza lo llevó a representar personajes femeninos gráciles llenos de color y naturaleza durante gran parte de su trayectoria, dejando para la historia cuadros como ‘La Primavera’ (1480), ‘La Fortaleza’ (1470), ‘Adoración de los Magos’ (1475) o ‘La Calumnia de Apeles’ (1495). Estas, junto a otras de sus obras maestras, se encuentran en la Galería de los Uffizi, en Florencia.
En tonos rosados, esta representación de la flor combina sus especies más silvestres, las de jardín. Además, los juncos que se incorporan al cuadro refuerzan el medio acuático que escenifica la llegada de Venus a Chipre.