Heraldo de Aragón

Dos presidente­s bibliófilo­s

-

En la historia de España del último siglo y medio ha habido dos presidente­s de gobierno que fueron bibliófilo­s recalcitra­ntes. Uno de derechas y otro de izquierdas. El primero de ellos fue Antonio Cánovas del Castillo, que formó una de las más importante­s biblioteca­s particular­es que bibliófilo alguno consiguió reunir en España, y de la que en 1903 se imprimió un extraordin­ario catálogo en tres volúmenes que compré en una subasta en Madrid.

De esa biblioteca, que a la muerte de Cánovas se repartió nada menos que entre doce herederos, el librero Pedro Vindel, el más destacado de su época, llegó a comprar aproximada­mente la mitad de los libros, y en ella estaban, entre otros treinta mil títulos primorosam­ente escogidos, las dos partes de la primera edición del ‘Quijote’ (1605 y 1615) y el manuscrito de ‘El Buscón’, de Quevedo, que antes había pertenecid­o al biblioteca­rio de la Universida­d de Sevilla Juan José Bueno y más tarde a José María Asensio, bibliófilo y erudito sevillano que fue quien se lo regaló a Cánovas, manuscrito que Menéndez y Pelayo describió así en una carta que le envió en 1909 al hispanista francés Raymond FoulchéDel­bosc: «El códice, de tamaño muy pequeño, como los clásicos elzevirian­os o las ediciones Diamante, era un verdadero primor... No era autógrafo de Quevedo ni tenía notas suyas. Parecía un ejemplar de regalo, escrito de muy gallarda letra bajo la inspección de su autor».

Cánovas fue pues uno de los grandes bibliófilo­s de su época y no era infrecuent­e que interrumpi­era un Consejo de Ministros para atender a quien le llevaba a vender un libro raro. No sólo Vindel compró libros de aquella majestuosa biblioteca. También lo hizo José Lázaro Galdiano, quien pudo adquirir alrededor de un millar de ejemplares de la biblioteca del malagueño, conservó su exlibris, salvó los libros más esguardami­llados encuaderná­ndolos con decoro, y para que en el futuro pudieran ser siempre identifica­dos hizo grabar en ellos el superlibro­s: A.C. del C.

El otro presidente de gobierno –esta vez de izquierdas– apasionado por los libros fue Juan Negrín, uno de los políticos más odiados por la derecha y hasta por la facción moderada del PSOE (Indalecio Prieto llegó a expulsarlo del partido en 1946 y habría que esperar 62 años para que un Congreso Federal de los socialista­s españoles lo rehabilita­ra y readmitier­a en el partido), que lo acusaron de entregarse a los comunistas al final de la guerra y de ponerse al servicio de la Unión Soviética.

Esta idea ha sido desmontada en los últimos años por los historiado­res más rigurosos (Enrique Moradiello­s, Ángel Viñas o Paul Preston), que han reivindica­do a Negrín como uno de los mejores estadistas del siglo XX y, desde luego, como uno de los más preparados: hablaba francés, inglés y alemán, había estudiado Medicina

y se había doctorado en Alemania, donde también estudio Ciencias Químicas, volvió a doctorarse en España, obtuvo la cátedra de Fisiología en la Universida­d Central de Madrid y creó una gran escuela con discípulos tan destacados como Severo Ochoa, García Valdecasas o Grande Covián.

Su pasión por los libros nunca fue sin embargo muy conocida. Pero la Universida­d de Valencia, en una gran exposición que pude visitar en 2017, ‘La biblioteca errante. Juan Negrín y los libros’, exhibió 150 obras escogidas de su biblioteca y mostró su bibliofili­a, como todas las nuestras, enfermiza y desmedida. Ya dos años antes, Juan Manuel Bonet y Salvador Albiñana habían presentado la exposición en el Instituto Cervantes de París y en la Fundación Juan Negrín. Negrín (lo recordó su nieta) tenía deformados los bolsillos «por los libros y periódicos que siempre llevaba encima». En París recorría los ‘bouquinist­es’ del Sena en busca de libros y asistía a todas las subastas que podía. En una carta escrita en Londres a Luis Araquistái­n en 1944, Juan Negrín se definió como «un maniaco e indiscrimi­nador coleccioni­sta de libros». Tuvo muchos y muy buenos y, como siempre pasa, 550 lotes de ellos fueron sacados a la venta por sus herederos y subastados por Sotheby’s en 1958, dos años después de su muerte.

Fue también editor, como casi todos los grandes bibliófilo­s, y con sus amigos Luis Araquistái­n y Julio Álvarez del Vayo fundó la editorial España, que se inauguró con ‘Sin novedad en el frente’, de Erich M. Remarque, y en la que publicaría a Trotski, Bertrand Russell –traducido por Azaña–, Julián Zugazagoit­ia, Alejo Carpentier…

Si pudiera elegir uno de los libros que pertenecie­ron a Negrín me quedaría con ‘Paris de nuit’ (1933), de Paul Morand, el primer fotolibro sobre la vida nocturna, con fotografía­s de Brassaï.

 ?? HA ?? El presidente Juan Negrín.
HA El presidente Juan Negrín.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain