Historia de Iberia Vieja Monográfico
Felipe VI, el rey calmado
EL NÚMERO EXTRA – y ojalá extraordinario para vuestro gusto– que hemos preparado intenta ser un fiel recorrido por la historia de nuestro país a través de los diferentes monarcas que hemos tenido. Resulta imposible hablar de todos y cada uno de los reyes que ha habido en España, pero hemos reunido un puñado relevante de monarcas y algunos de los hechos –a veces no los más conocidos, pero no por eso menos importantes– que protagonizaron. Nuestra misión, como con cada número, es ofreceros elementos desconocidos sobre el pasado. Esperamos haberlo conseguido. Descubrir que hubo un rey –Alfonso I– que entregó sus bienes a los templarios o que el más poderoso de todos los tiempos –Felipe II– intentó conquistar China para unir el territorio amarillo al Imperio no son informaciones que estén en los libros de texto, pero sí acontecimientos que nos ayudarán a conocerlos mejor. Que sepáis más sobre nuestro pasado ha sido, es y será nuestra principal motivación.
Bien podemos decir que la historia de España es un espejo de lo que ha sido la historia del mundo. Nuestro país fue –y es, porque ya jamás existirá una nación que aglutine tanto poder como el nuestro hace medio milenio– uno de los más importantes del mundo, con lo cual no es de extrañar que seamos el reflejo de un pasado que podemos extrapolar a la totalidad de ese tiempo. Mirando a las monarquías podemos comprobarlo perfectamente. Durante un largo tiempo, todo el poder se concentraba en una sola persona, bajo cuyas manos se amasaba un dominio casi global sobre todo el mundo conocido.
Durante varios siglos, gracias especialmente al descubrimiento de América, España fue la cabeza del mundo. Luego, a medida que pasaba el tiempo, la evolución lógica hizo que los monarcas fueran compartiendo el poder con los representantes del pueblo, de modo que unos y otros ocuparon un lugar determinado y tuvieron atribuciones diferentes. La diferencia entre Carlos V, Isabel II o Felipe VI es evidente, porque la credibilidad de cada monarca es saber dónde se encuentra y hasta dónde puede llegar. Esta es la clave, quizá, del éxito popular, en cuanto a imagen y crédito, del actual Rey.
El año 2014 ha sido un año de cambios para la monarquía española. Hemos vivido una abdicación y la consagración de un nuevo Jefe de Estado que, pese a su cargo, ha asumido que su perfil debe ser mucho más bajo que el de su antecesor y sus acciones milimétricamente institucionales. En pocos meses, lo que no ha hecho – mucho más que lo que ha hecho– ha sido la clave para calmar los ánimos de una población que cada vez se encontraba más alejada de la Casa Real. El gran éxito de Felipe VI ha sido, sin duda, haber acaparado la atención justa en los medios de comunicación, en un tiempo en que mantenerse al margen se ha convertido en una tarea muy complicada. Esa actitud, sus palabras justas y correctas, y sus acciones discretas y sin mácula, son las que posiblemente estén salvando a la monarquía y perpetuándola, ya que –y, si no, hagan memoria– el intenso debate que hubo hace poco tiempo entre monarquía y república, sobre el que nosotros no entramos, ha quedado relegado a un segundo plano y ya casi parece lejano en el recuerdo. Así pues, viviendo los tiempos tan importantes que vivimos, este número especial resultaba necesario y oportuno. Como decía al comienzo, ojalá lo disfrutes. Ese será nuestro éxito.