Historia de Iberia Vieja Monográfico
Desde los tiempos de Wamba hasta las hambrunas del bienio 707-709, las postrimerías del reino visigodo fueron la crónica de una muerte anunciada
quinaciones, para muchos legítimas y, en virtud del canon 10º del VII Concilio de Toledo, optó por el viejo sistema electivo, que se había aplicado por última vez en tiempos de Wamba, para sacar de la chistera del poder al futuro sucesor de Witiza.
Tras un apasionado y agotador debate, la asamblea acordó la fumata blanca en la figura del duque de la Bética, don Rodrigo, un personaje del que sabemos muy poco, salvo aquello que conocemos por las circunstancias que le tocaron en suerte (o en desgracia).
La Historia con mayúsculas, aderezada con las dosis justas de leyenda, define los últimos días de los godos en la Península.
Los partidarios de la sucesión sanguínea de Witiza, que parecían sufrir la enfermedad del mal perder, iniciaron negociaciones en Tánger con el bereber Tariq, para que sus hombres acudieran en ayuda de los vencidos. No era la primera vez que los reinos visigodos solicitaban a un pueblo foráneo su concurso para lavar los trapos sucios de casa. De hecho, era la tercera, pero hasta entonces los mediadores –bizantinos durante el reinado de Atanagildo y Hermenegildo; y francos en los tiem- pos de Sisenando– no habían llegado a apasionarse tanto por nuestra tierra como los musulmanes que, en una primera incursión, cruzaron el Estrecho en el verano de 710.
Don Julián, gobernador de Ceuta que tal vez ostentara el título de conde, es una de las piezas más legendarias de este ajedrez. Fiel servidor de los visigodos, su filiación dio un giro de ciento ochenta grados cuando secundó la ocupación musulmana, en venganza por el supuesto ultraje de su hija, La Cava, ¡violada por don Rodrigo!
En la noche del 27 al 28 de abril de 711 el ejército de Tariq desembarcaba en Gibraltar ( Jebel-al-Tarik). A Don Rodrigo, inmerso en la otra punta del país en una batalla contra los vascones o contra Akhila, la noticia le cogió desprevenido. Descendió al Sur, mientras las tropas de Musa, conquistador del África menor, penetraban a granel por el Estrecho. La batalla de Guadalete, entre el 19 y el 26 de julio de 711, en la que Don Rodrigo fue traicionado por Sisberto y Oppa, selló con la muerte de este rey la rápida victoria de los musulmanes.
Había empezado una nueva era, la más larga de la historia de España.