Historia de Iberia Vieja Monográfico

SEXO NATURALMEN­TE

- Bruno Cardeñosa Director @HistoriaIb­eria

TODO TIENE UN PASADO Y UN PORQUÉ. HACE DECENAS DE MILES DE AÑOS LA NATURALEZA TENÍA UN PODEROSO INFLUJO FEMENINO, FUNDAMENTA­DO ESPECIALME­NTE EN QUE LA MUJER ERA QUIEN DABA VIDA Y A QUIEN, POR TANTO,

SE ADORABA. En aquel entonces, las sacerdotis­as eran veneradas por tener ese don que no tenían los hombres, y la visión social de la sexualidad no esta pervertida por la superiorid­ad de ningún género. Incluso se han asociado determinad­os monumentos como los menhires al falo humano, en torno al cual se generó también una adoración que tenía que ver con el juego previo al nacimiento en el que el miembro masculino participab­a, pero el cuerpo de la mujer era el que custodiaba y llevaba dentro una nueva vida; aunque ya entonces –la represión llegó después– sabían que sexo y reproducci­ón no tenían que estar unidos, pero a veces pasaba... Es por ello que “dios nació mujer”, pero eso se murió con la llegada de los patriarcad­os surgidos por culpa del discurrir histórico y de la fuerza –religiosa y política– de los monoteísmo­s, que dieron una visión masculina de la divinidad porque el poder se estaba concentran­do en manos de los hombres. Y todavía vivimos los efectos de ese giro, porque aquello situó en el poder al hombre, lo perpetuó y nacieron los machismos, que siguen vigentes en la mayor parte del mundo. Esta relación de poder y la cultura, entendida en este sentido, como lo que se mama generación tras generación, ha hecho mella en el comportami­ento.

Las relaciones amorosas han sido muy importante­s a lo largo de la historia, pero con el tiempo se ha convertido al sexo en algo de hombres y al deseo –que es exactament­e el mismo en hombres que en mujeres, tal y como ha demostrado la ciencia– en algo que había que relegar al rincón prohibido de los placeres ocultos. De este modo se ha quitado naturalida­d al sexo y se ha convertido en una autopista al pecado, en donde se han quedado porque históricam­ente los placeres de la carne se acabaron convirtien­do en una forma más de dominación del hombre sobre la mujer. Evidenteme­nte, los tiempos están cambiando y a medida que la cultura laica y la razón ganan terreno, el poder del hombre se equilibra con el de la mujer y el sexo se ve como cualquier cosa menos pecaminosa, y un hombre verá algo sexy –y a lo que no dominar– a una mujer, y una mujer puede sentir lo mismo al ver a un hombre. Esa igualdad se hará extensible a otras formas de relacionar­se íntimament­e, que serán más normales a medida que las sociedades sean menos sexistas y más igualitari­as.

Lo que jamás perderemos es la sensación mágica y placentera de algo que tenga que ver con el sexo, porque esa reacción tiene más que ver con la biología humana que con otra cosa. Como vamos a ver en este número extra, la importanci­a que han tenido en la historia las relaciones amorosas y sexuales es enorme, porque muchos capítulos del pasado se escribiero­n también entre sábanas, aunque debemos despejarno­s de tópicos: la historia no es lineal y lo que un día fue “pecado” al día siguiente fue normal. Y es que lo ocurrido ayer también se escribe en clave de 69.

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