Historia de Iberia Vieja Monográfico
Así era un Tercio
Los Tercios tenían una composición muy variable, oscilando entre las ocho y las 20 compañías y, aunque su tamaño teórico era de 3.000 soldados, en realidad solían estar formados por entre 1.000 y 2.000 hombres.
EN 1536 CARLOS V CREA LAS TRES PRIMERAS UNIDADES ORGÁNICAS DE LA HISTORIA: LOS TRES TERCIOS DE NÁPOLES, LOMBARDÍA Y MÁLAGA
Sus soldados eran los COSELETES, O PIQUEROS protegidos con armadura y que eran los primeros en la línea de batalla; LOS MEDIAS PICAS, que contaban con armadura sólo en el cuerpo; y LOS PICAS SECAS, situados a retaguardia, que eran piqueros que sólo contaban con un yelmo como protección.
Los TIRADORES estaban formados por los ARCABUCEROS, y desde 1567 los mosqueteros, que usaban armas más pesadas que requerían ser apoyadas en una horquilla plantada en el suelo, pero tenían un alcance mayor que el del arcabuz.
En batalla, varias compañías de piqueros del Tercio o incluso de varios, formaban en un gran cuadro llamado escuadrón, que, siguiendo a Martínez Ruíz, podía ser “de gente” (con más profundidad que frente), “de terreno” (un cuadrado perfecto de igual frente que fondo) y el más común, el “prolongado” (más frente que fondo).
En los lados del escuadrón formaban los tiradores, a veces formando un pequeño cuadro en cada esquina, u otras prolongando el frente del escuadrón al situarse a ambos lados del mismo. Estas unidades, llamadas “mangas” a veces actuaban simplemente de forma independiente, en tareas de exploración, o como hacía habitualmente el Duque de Alba, escaramuceando en vanguardia contra el enemigo para provocar su ataque de forma desordenada, ataque que luego chocaría contra la masa que piqueros que estaba esperándole, mientras los tiradores se colocaban a cubierto de las picas o en retaguardia. Rechazado el ataque, con el enemigo tambaleándose e iniciando el repliegue, los tiradores volvían a salir para acosar al enemigo en su huida hasta aniquilarlo. espada, y tiradores, con un pequeño complemento de jinetes. Quizá sin saberlo, Gonzalo había reproducido la estructura de la legión romana, formada por 5.000 soldados, parte de infantería pesada, otros tiradores (los vélites, que eran honderos y arqueros) y un grupo de jinetes para labores de exploración. Tras unos inicios titubeantes –Gonzalo fue derrotado por la caballería francesa y los piqueros suizos en Seminara–, después nuestro Gran Capitán destrozó a estas mismas fuerzas de nuevo en Seminara, en Ceriñola y en Garellano (1503). Los tiradores hispanos, los grandes olvidados de los ejércitos europeos, destrozaban a los piqueros o a los jinetes antes de que llegaran al choque, de modo que cuando por fin entablaban contacto con los piqueros españoles, estos les rechazaban fácilmente, y luego la caballería les perseguía en la retirada. Acababa de nacer la cooperación entre armas como se la concibe hoy en día, otra invención española.
Poco a poco el sistema español fue siendo imitado en todos los ejércitos de la época, pero en el ínterim, España pudo conquistar Nápoles, Milán, vencer en Bicoca (1522) y Pavía capturando al rey de Francia (1525), saquear Roma y rechazar a los turcos (1529). Es entonces cuando Carlos V realizó otra innovación que revolucionará a los ejércitos y el arte de la guerra: la aparición del Tercio.
LLEGA EL TERCIO
Hasta 1536 (con la excepción del imperio romano y los pequeños cuerpos de guardias reales), no existía el ejército permanente, de modo que las tropas eran levantadas para una campaña, a veces para varias, pero en cuanto la guerra terminaba, todos los soldados eran licenciados. Sin embargo, en España, con tantos territorios dispersos que defender y tantos enemigos expectantes (el imperio, a diferencia de otros países, no era un contínuum territorial, sino que entre una posesión y otra, como Flandes, Milán, Nápoles, el Franco Condado o América, había cientos o miles de kilómetros), se hizo necesario crear una unidad que estuviera permanente de guarnición en los territorios más amenazados. Así, en la Ordenanza de Génova de 1536, Carlos V crea y nombra por primera vez a las tres primeras unidades orgánicas de la historia: los tres Tercios de Nápoles, Lombardía y Málaga, cada uno formado por diez compañías de piqueros y 2-3 de arcabuceros, de unos tres mil hombres cada uno. Los tercios, a diferencia de otras unidades, no eran disueltos al acabar cada campaña, sino que seguirían en activo permanentemente para mantener a los
veteranos de anteriores luchas en pie de guerra y fomentar el espíritu de cuerpo, y para defender las posesiones españolas más alejadas. Sólo décadas más tarde las demás potencias europeas verán las ventajas de este sistema, creándose en Francia, Alemania e Inglaterra unidades semejantes llamadas regimientos, también de carácter permanente.
Sobre el origen del nombre de “Tercios” se han barajado mucha s hipótesis, como por ejemplo por estar formado por un tercio de tiradores, o como una derivación de Legión Tertia, ubicada en España, pero parece que no se ha tenido en cuenta algo tan sencillo como que las primeras unidades creadas del ejército permanente eran tres, de modo que cada una de ellas era un tercio del ejército permanente.
Más tarde, el Tercio de Málaga se convirtió en el de Cerdeña, y del de Nápoles
EL DUQUE DE ALBA MARCHÓ A FLANDES CON UNOS 10.000 SOLDADOS EN CUATRO TERCIOS DESDE ITALIA PARA APLACAR LA REVUELTA DE LOS FLAMENCOS
se segregó otro llamado de Sicilia, sumando en total cuatro tercios. Posteriormente, a lo largo del siglo XVI y XVII se crearon (y disolvieron) otros muchos (72 de ellos ha identificado Juan Luis Sánchez sólo en Flandes), por lo que los cuatro primeros, para reconocer su antigüedad, pasaron a ser conocidos como Tercios Viejos. Finalmente, también las tropas italianas pasaron a estar formadas por Tercios, así como los irlandeses. Las demás tropas, como valones, flamencos o alemanes, estarían agrupadas en regimientos. No se debe olvidar que el imperio español, desde 1520, era un imperio plurinacional, en el que sólo entre un 10 y un 15% de las tropas en lucha eran españolas, aunque sin embargo, el peso de la acción y el nervio de la guerra eran llevado a cabo por nuestros tercios de infantería. Finalmente, en 1567 el Duque de Alba marchó a Flandes con unos 10.000 soldados en cuatro tercios desde Italia para aplacar la revuelta de los flamencos, quedando allí permanentemente como tropas de combate, y dando comienzo la épica singladura de los Tercios de Flandes.