Historia de Iberia Vieja Monográfico
La miniatura de GOYA
Una de las historias más peculiares vividas en nuestro país la protagonizó en primera instancia el español Juan Barri Massip, al reclamar el 2 de febrero de 1947 la restitución de un retrato en miniatura de Fernando VII atribuido a Goya.
La pieza existía y estaba retenida por los aliados en Lisboa tras habérsela incautado a un ingeniero civil brasileño llamado Guillermo da Silva. Nombre falso bajo el que se escondía Wilhem Gessman, espía internacional y representante de la Librería Buchholz, famosa entre el mundo del espionaje porque su propietario era un conocido colaboracionista de Goebbels y del ministro nazi de Asuntos Exteriores Von Ribbentrop.
La librería, sita en la capital portuguesa, no era un mero punto de encuentro para espías alemanes. Desde ella Buchholz traficaba con obras de arte expropiadas. Ahora toda la trama estaba a punto de ser descubierta gracias a la denuncia de Barri. Sin embargo, Gessman no estaba dispuesto a entregar la miniatura y alegó que Barri se la había regalado como pago por diversas transacciones.
Durante un año las autoridades españolas y aliadas mantuvieron un cruce de misivas para dilucidar el fin de la obra. Mientras, Gessman se había instalado clandestinamente en Madrid, lo que aprovechó el Gobierno español para amenazarle con la deportación si no devolvía la figura. El 26 de enero de 1951, Jorge Spottorno, cónsul español en Frankfurt recibía la miniatura de manos de los aliados para ser devuelta a su legítimo propietario.