Historia de Iberia Vieja Monográfico
Las minas de KAISERODA
En la mañana del día 7 de abril de 1945 varios hombres, al mando del coronel norteamericano Russell, se internaban en el interior de las cuevas de Kaiseroda,
antiguas minas de sal que comprendían más de 509 kilómetros de túneles en la región alemana de Thuringen. A pocos pasos de la entrada se toparon con 550 sacos repletos de monedas de oro abandonados por los soldados alemanes, sorprendidos sin duda por el rápido avance de las tropas de Patton.
No sería el único hallazgo. Al día siguiente, y tras volar algunas paredes falsas, esos mismos soldados descubrieron unas amplísimas bóvedas donde les aguardaba la mayor sorpresa de sus vidas.
Ante ellos, sacos repletos de lingotes de oro, joyas, pedrería, piezas de orfebrería, cubertería de plata, pinturas, esculturas, cuadros embalados, cerámicas... todo el arte expoliado por el nazismo a los museos, a los judíos, a las víctimas de los campos de concentración... y que no había sido vendido se encontraba en aquellos túneles.
La primera idea fue almacenar el tesoro en los sótanos del Reichsbank –banco central alemán– pero al desplazarse a la sede para sopesar la idoneidad de la elección, se encontraron con que sus sótanos estaban abarrotados de más muebles, figuras y cuadros extraídos de los museos y galerías alemanas.
Aquel hallazgo supuso la constatación del enorme saqueo que había sufrido Europa en los años precedentes. Sólo para transportar lo encontrado en las antiguas minas de sal hicieron falta 32 camiones de 10 toneladas cada uno.