Historia de Iberia Vieja Monográfico
ESPAÑA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
DOS MUNDOS EN LUCHA
DURANTE DÉCADAS LA HISTORIA BORRÓ DE SUS LIBROS LA PARTICIPACIÓN ESPAÑOLA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. SIN EMBARGO, FUERON DECENAS DE MILES LOS ESPAÑOLES QUE PARTICIPARON EN DIFERENTES FRENTES DE BATALLA. RECUPERAMOS UN PERIODO DEL PASADO SOBRE EL QUE CADA VEZ SE CONOCEN MÁS DATOS. SON LOS OLVIDADOS DE UN CONFLICTO QUE ESTREMECIÓ AL MUNDO.
E l 24 de agosto de 1944, una columna de vehículos aliados atraviesa las calles desiertas de un París silencioso. Los alemanes han desaparecido, y salvo algunos francotiradores aislados, no parece que estén dispuestos a ofrecer resistencia. Poco a poco, la población se atreve a salir para recibir a los primeros soldados que liberan la capital francesa después de los años de ocupación nazi. Se trata de una unidad de reconocimiento perteneciente a la 2ª División Blindada francesa al mando del general Leclerc. Los semiorugas lucen orgullosos en sus costados nombres como Guadalajara, Ebro, Guernika, Madrid, Bel-
chite… Mientras, sus tripulantes, algunos de los más de trescientos españoles que han combatido con la División, sonríen felices a la multitud que los aclama.
Con la victoria del general Franco y la caída de la II República, se inicia un éxodo masivo de españoles hacia la frontera con Francia, donde son acogidos y tratados con frialdad. Hacinados en campos de refugiados, con sus pertenencias requisadas y en condiciones de vida espantosas, sobreviven como pueden sin recibir apenas ayudas. El Gobierno francés, sobrepasado por la magnitud del problema, quiere deshacerse cuanto antes de aquella avalancha humana que ha superado todas sus previsiones. Como solución plantea la repatriación, pero, como es lógico, los refugiados se niegan a regresar.
Ante la gravedad de la situación, y con - bierno francés recurre a la promulgación, el 12 de abril de 1939, de un decreto que obligaba a los extranjeros comprendidos entre los 20 y los 48 años de edad a trabajar para las autoridades militares cumpliendo una prestación de igual duración a la del servicio militar que cumplían los franceses. La consecuencia inmediata de esta medida es que a los refugiados españoles se les ofrecieron cuatro opciones para abandonar los campos: ser contratados para trabajar en la agricultura o en la industria, enrolarse en una Compañía de Trabajadores Extranjeros, alistarse en la Legión Extranjera o, al estallar la Segunda Guerra Mundial, encuadrados en los Regimientos de Marcha de Voluntarios Extranjeros.
En el primer caso, se dieron situaciones de abuso. En el sector agrario, los trabajadores españoles estuvieron sometidos a condiciones de trabajo muy duras, cercanas en algunos casos a un régimen de semiesclavitud. Más digno fue el trabajo en la industria, aunque los empresarios franceses supieron aprovecharse de una mano de situación de inferioridad. Las Compañías de Trabajadores Extranjeros fue la opción mayoritariamente “escogida” por los refugiados. Estas habían empezado a constituirse en el verano de 1939 pero fue al estallar la Guerra cuando su número aumentó de forma espectacular. Estas Compañías funcionaban bajo jurisdicción militar al mando 250 hombres, que inicialmente se alistaron de forma voluntaria y después por reclutamiento obligatorio. Aunque los trabajadores recibían un salario mínimo, sus condiciones de vida fueron siempre precarias y estaban bajo permanente vigilancia militar, siendo encarcelados si intentaban evadirse.
Se calcula que al comienzo de la Guerra había unos 20.000 españoles encuadrados en estas compañías, trabajando en tareas relacionadas con la defensa nacional fran- excavando trincheras, etc. Estas unidades - cio entre franceses y alemanes en junio de 1940 y sus miembros pasaron a depender de las autoridades alemanas de ocupación, incluso en la zona supuestamente controlada por el gobierno colaboracionista de Vichy. La mayoría de los integrantes de estas Compañías de Trabajadores fueron enviados a Alemania y muchos de ellos acabaron en campos de exterminio, condenados por su pasado político.
LA LEGIÓN EXTRANJERA
Al estallar la Guerra, muchos de los refugiados españoles no dudaron en ofrecerse para luchar en ella del lado de los franceses con la esperanza de que la victoria de los aliados supondría la caída del régimen de Franco. Pero mientras las autoridades francesas permitieron la creación de unidades de polacos, checos y noruegos encuadradas dentro de su Ejército, no quisieron que las hubiera de republicanos españoles, negándose expresamente a crearlas, aduciendo la imagen de
AL ESTALLAR LA GUERRA, MUCHOS DE LOS REFUGIADOS ESPAÑOLES NO DUDARON EN OFRECERSE PARA LUCHAR EN ELLA DEL LADO DE LOS FRANCESES
“indeseables” que la opinión pública francesa tenía de ellos y que el Gobierno de Daladier no se preocupó en desmentir.
Se presionó entonces para impulsar el reclutamiento de los republicanos en la Legión Extranjera, pero esta unidad no era muy bien vista entre los refugiados porque era muy similar al Tercio de la Legión que había comandado Franco. Aún así, se consiguió Los legionarios republicanos tenían su cuartel general en Sidi-bel-Abes, Argelia, y fueron encuadrados en los regimientos del 10º. al 15º. Entre ellos predominaban lo anarquistas, debido a que las autoridades francesas amenazaron con la repatriación a España de todos aquellos que habían servido durante la Guerra Civil en la División Durruti, lo que les obligó a optar por el alistamiento en la Legión Extranjera al no quedarles otra alter - canos conservadores y algunos socialistas. Sin embargo, no hubo comunistas porque el PCE lo prohibió expresamente.
Los republicanos refugiados que se decidieron por esta opción lo hicieron al valorar una serie de circunstancias que suponían una mejora de su desesperada situación. En primer lugar, y quizá la fundamental, elimi- - patriación que siempre había pendido sobre ellos. La segunda, la posibilidad de reunirse con sus familias y por último, teniendo en cuenta sus precarias condiciones de vida, tampoco venía mal la paga que se cobraba como legionario al servicio de Francia.
Sin embargo, la gran mayoría de los refugiados optaron por alistarse en los denominados Regimientos de Marcha de Voluntarios Extranjeros, una especie de tropas auxiliares del Ejército Francés creadas al inicio de la Segunda Guerra Mundial y dependientes administrativamente de la Legión Extranjera. Las condiciones del servicio eran parecidas en las dos unidades y quizá la diferencia principal entre ellas radicaba en que por un periodo de cinco años, los voluntarios lo hacían por el tiempo que durase la guerra. Los españoles fueron concentrados en el campo de refugiados de Barcarès, y fueron encuadrados en tres regimientos, el 21º., 22º. y 23º, el último de ellos creado en 1940 y formado íntegramente por españoles. Se trataba de unidades militares bajo mando francés y en ellas se alistaron unos 5.000 españoles, muchos de ellos jóvenes militares la República.
PRIMEROS COMBATES
En abril de 1940 los alemanes invadieron la hasta entonces neutral Noruega. El 9 de ese mismo mes tomaron la ciudad de Narvik, puerto estratégico desde el que se exportaba el mineral de hierro sueco, vital para la industria de guerra alemana. Además, su puerto proporcionaba una base segura para amena Ante la gravedad de la situación, los aliados decidieron enviar un cuerpo expedicionario a Noruega con la intención de expulsar a los alemanes. De él formaba parte la 1ª. División Ligera del Ejercito Francés, compuesta por 3.600 hombres, entre ellos un número estimado entre 500 y 600 españoles encuadrados en la 13ème. Demi-Brigade de la Légion
LA GRAN MAYORÍA DE LOS REFUGIADOS OPTARON POR ALISTARSE EN LOS DENOMINADOS REGIMIENTOS DE MARCHA DE VOLUNTARIOS EXTRANJEROS
Étrangère, y otros 700 sirviendo en el 11º. Batallón de Marcha de Ultramar.
Los legionarios de la 13ème desempeñaron un papel destacado durante la campaña. El 12 de mayo, los españoles encabezaron los primeros ataques lanzados por los aliados para reconquistar Narvik, ocupando la cota 220, un punto estratégico desde el que se dominaba la ciudad. Este hecho, junto con la toma del puerto cercano de Bjerkvik, permitió que las tropas expedicionarias recuperasen Narvik el 28 de Mayo. Sin embargo, cuando los alemanes parecían retirarse, las tropas francesas recibieron la orden de regresar ante el avance imparable de los panzer sobre territorio francés. El 10 de junio capitu vergonzosa rendición de Francia en el vagón de Compiègne.
Los españoles del 11º. Batallón fueron desmovilizados y adscritos a las Compañías de Trabajadores Extranjeros o devueltos a los campos. Después de volver a Francia, a los legionarios de la 13ème. se les embarcó en el puerto de Brest camino de Inglaterra. Instalados en Trentham Park, en el condado de Surrey, el 29 de junio recibieron la visita del general De Gaulle que les ofreció su incorporación a las fuerzas de la Francia Libre. Sólo un número indeterminado de entre 150 y 300 españoles aceptaron el ofrecimiento y una pequeña minoría se alistó en unidades británicas.
Durante la invasión alemana de Francia, los soldados españoles también tuvieron una participación destacada. El 11º. Regimiento Extranjero de Infantería, una unidad con una importante proporción de españoles entre semanas en el bosque de Inor, llegando a romper el cerco alemán en Saint-Germainsur-Meuse. También el 22º. Regimiento de Marcha, integrado por numerosos españoles, sufrió un número elevado de bajas durante los combates. Se calcula que de los aproximadamente 20.000 españoles que sirvieron o combatieron en unidades francesas durante todo la campaña, sólo un número entre 8.000 y 9.000 alcanzaron Dunkerke, y de estos últimos apenas 2.000 consiguieron llegar a Gran Bretaña. En total, unos 14.000 españoles fueron hechos prisioneros y otros 6.000 murieron defendiendo Francia.
Durante la precipitada y caótica retirada que entre el 26 de mayo y el 14 de junio de 1940 tuvo lugar en Dunkerque, se produjo un desagradable episodio con los españoles. En un principio, sólo fueron evacuadas tropas británicas pero a partir del 31 de mayo comenzó el embarque de los franceses que se realizó por compañías. Como los soldados españoles no pertenecían formalmente a ninguna unidad militar, fueron ignorados y se les prohibió subir a los barcos que efectuaban la evacuación. Algunos decidieron actuar por su cuenta y construyeron balsas rudimentarias con las que consiguieron salvar el Canal de la Mancha y llegar a Gran Bretaña. Sin embargo, cuando pusieron pie en suelo inglés tampoco fueron recibidos con los brazos abiertos. Considerados como apátridas, la inmensa mayoría fueron encerrados en campos de internamiento, otros fueron devueltos a Francia, y tan sólo unos pocos consiguieron alistarse en el Ejército británico.
HÉROES EN ÁFRICA
Los apenas dos centenares de españoles de la 13ème. que habían aceptado el ofrecimien- to del general De Gaulle, partieron el 30 de agosto de 1940 del puerto de Liverpool con destino a Dakar, junto con un contingente de 900 soldados de la Francia Libre. Cuando llegaron a África, las tropas iniciaron una serie de operaciones que les permitió hacerse con el control de Camerún, Chad y el Congo francés, sometiendo a las autoridades francesas colaboracionistas del régimen de Vichy. Durante la campaña, empezó a destacar el que luego se haría famoso general Philippe Leclerc. Poco a poco, el contingente fue aumentando con las deserciones de soldados de Vichy, entre ellos muchos de los españoles que se habían alistado para huir del destino que les esperaba en las Compañías de Trabajadores Extranjeros, que desde el armisticio se habían puesto a disposición de las autoridades alemanas de ocupación. De los 7.000
DURANTE LA CAÓTICA RETIRADA QUE ENTRE EL 26 DE MAYO Y EL 14 DE JUNIO DE 1940 TUVO LUGAR EN DUNKERQUE, SE PRODUJO UN DESAGRADABLE EPISODIO CON LOS ESPAÑOLES
de 1940, un millar eran españoles.
En Homs, ciudad situada al oeste de Siria, tuvo lugar una de las batallas más importantes de la campaña africana y en ella combatieron las fuerzas de la Francia Libre contra sus propios compatriotas que obedecían las órdenes de Vichy. En esta batalla entre franceses, y en otras que tuvieron lugar en Siria y Líbano, también perdieron la vida muchos españoles, legionarios que servían en los dos bandos. Tras varias victorias consecutivas, las de del Ejército de la Francia Libre, reforzadas con estos nuevos efectivos, continuaron su avance imparable hasta llegar a las puertas de Damasco, ciudad que fue tomada la campaña, las fuerzas gaullistas, y entre ellas los españoles, fueron trasladadas a un nuevo escenario bélico, participando en los combates que libraban los aliados en el Norte de África.
Por aquel entonces, 300 españoles servían en la 13ème Demi-Brigade. En mayo de 1942, lucharon en Bir Hakeim, en pleno desierto, contra el Afrika Korps al mando del legendario general alemán Erwin Rommel. En septiembre de ese mismo año combatieron en la decisiva batalla de El Alamein y no se detuvieron hasta participar, junto a ingleses y americanos, en la conquista de Túnez, cam los alemanes del Norte de África. De los cerca de 6.500 soldados que llegaron a servir en las 13ème, un treinta por ciento fueron españoles. Durante los sangrientos combates que tuvieron lugar en la campaña de Túnez, el número de bajas fue muy elevado, debido sobre todo a que suplían la falta de un armamento adecuado con un exceso de coraje. El 1 de julio de 1943 el general Juin reagrupó a los supervivientes de la 13ème en el Regimiento de Marcha de la Legión Extranjera, que con el tiempo se convertiría en el Regimiento de Tiradores de Infantería de la 5ª. División Blindada al mando del general Lattre de Tassigny. Entre diciembre de 1943 y junio de 1944, la División participó en la campaña de Italia. Después, intervino en los desembarcos aliados en la Provenza, continuando su avance hasta internarse en Alemania durante los últimos meses de la guerra. Otras unidades de la Francia Libre que combatieron durante la campaña africana fueron disueltas y la inmensa mayoría de los españoles que sirvieron en ellas se alistaron en la denominada División Leclerc.
LA DIVISIÓN LECLERC
La Segunda División Blindada francesa al mando del general Leclerc, se constituyó - mará, cerca de Rabat en Marruecos. Estaba compuesta por 16.000 hombres agrupados
EN MAYO DE 1942, LUCHARON EN BIR HAKEIM, EN PLENO DESIERTO, CONTRA EL AFRIKA KORPS AL MANDO DEL LEGENDARIO GENERAL ALEMÁN ERWIN ROMMEL
EL BATALLÓN ESTABA FORMADO POR CUATRO COMPAÑÍAS, ENTRE ELLAS LA CONOCIDA COMO NUEVE, TAMBIÉN LLAMADA LA COMPAÑÍA ESPAÑOLA
en tres regimientos. Los españoles que habían decidido servir en la División fueron encuadrados sobre todo en el 3º. Batallón de Marcha del Chad y casi todos ellos eran anarquistas. El batallón estaba formado por cuatro compañías, entre ellas la conocida como Nueve, también llamada la Compañía
Española, porque la mayor parte de sus integrantes eran españoles. En las otras tres, aproximadamente un tercio de sus componentes también lo eran. La Nueve estaba mandada por el capitán francés Raymond Dronne y sus ayudantes eran españoles, entre ellos el teniente Antonio Van Baumberghen, más conocido como “Bamba”.
El 11 de abril de 1944, la División Leclerc inició su traslado a Gran Bretaña para unirse a las fuerzas que se estaban preparando para iniciar el asalto al continente que se produciría el 6 de junio con el desembarco de Normandía. Allí estuvieron entrenándose duramente y recibieron equipamiento norteamericano. La División no participó directamente en el desembarco ni en las batallas principales que tuvieron lugar después. No después de que se iniciara el desembarco. Fue la única unidad francesa que participó en la operación, relegada, para disgusto del impetuoso Leclerc, a misiones de apoyo. La
Nueve tuvo, el 16 de agosto de 1944, su bau- tismo de fuego en suelo francés cuando participó en la liberación del pueblo normando de Ecouché. A partir de entonces, el arrojo y valentía de los españoles se hizo célebre.
EN EL EJÉRCITO ROJO
Cuando el 22 de junio de 1941 se produjo la invasión alemana del territorio soviético, se calcula que había unos 4.299 españoles en Rusia, entre ellos dirigentes comunistas como Dolores Ibárruri, La pasionaria, y Santiago Carrillo, mandos y jefes militares de la República, y un grupo de aviadores y marinos que habían sido enviados a realizar cursos de especialización. Al igual que ocurrió en Francia, la acogida a los exiliados españoles tampoco fue muy cálida. Stalin recelaba de ellos y no parecía dispuesto a recibir una emigración que pudiera causarle problemas. En un principio, se les prohibió alistarse en el Ejército Rojo, pero los exiliados combatir en sus fuerzas armadas.
Desde un primer momento, los españoles estuvieron presentes en los principales escenarios bélicos de la campaña de Rusia, sirviendo en unidades regulares del Ejército Rojo, en las milicias del temido NKVD, siniestra antecesora del KGB, en grupos partisanos, y unos pocos, como pilotos de caza. En la batalla librada a las puertas de Moscú, entre septiembre de 1941 y abril de 1942, participaron 125 republicanos españoles, encuadrados en la 4ª Compañía de la Brigada Motorizada Independiente de Tiradores de Designación Especial, adscrita al Primer Regimiento Motorizado de Tiradores, integrada a su vez en la Brigada Internacional dependiente del NKVD y que estaba compuesta sólo por extranjeros. En la defensa de Moscú también participó un grupo de españoles encuadrados en el 2º Batallón de la 1ª Brigada Autónoma de Misiones Especiales, en alguno de los regimientos de la Guardia de Moscú, y dieciséis pilotos de caza que se enfrentaron a los aviones de la Luftwaffe. En la batalla por la capital combatió el hijo de la diputada socialista Margarita Nelken, Santiago de
Paúl Nelken, que siendo muy joven, apenas un adolescente, había combatido en la Guerra Civil. El joven murió en acción en 1944 mientras los ejércitos soviéticos seguían a los alemanes en su retirada. En Rumania y en Yugoslavia también lucharon españoles, llegando algunos de ellos hasta Berlín, entre ellos Alberto Rejas Ibárruri, sobrino de La
Pasionaria y Francisco del Castillo, hermano del teniente Castillo, que había sido asesinado en Madrid por los falangistas en los días previos al estallido de la Guerra Civil.
También hubo españoles, especialmente jóvenes estudiantes, en Leningrado. En el asedio de la ciudad, que se prolongó desde septiembre de 1941 hasta enero de 1944, combatieron setenta y cuatro muchachos españoles encuadrados en el Tercer Regimiento de Voluntarios, muchos de los cuales dejaron sus vidas en las ruinas de la ciudad. También hubo españoles en la 20ª División, 264º Batallón Especial de Ametralladoras, en la 1ª y 2ª Divisiones de Voluntarios y en el 4º Regimiento de la Guardia, todas ellas unidades que participaron en la defensa de la ciudad. Las bajas causadas por los combates fueron espantosas. Un dato revelador de la carnicería que se produjo en sus calles indica que, en febrero de 1942, cuando la
EN FEBRERO DE 1942, CUANDO LA BATALLA ALCANZÓ SU MAYOR INTENSIDAD, EN LA CIUDAD MORÍAN ALREDEDOR DE 10.000 PERSONAS AL DÍA
batalla alcanzó su mayor intensidad, en la ciudad morían alrededor de 10.000 personas el asedio de mayor duración de toda la Segunda Guerra Mundial, alcanzaron el millón de muertos. Los españoles también lucharon en Stalingrado, entre ellos el hijo de Dolores Ibárruri, el teniente Rubén Ruiz Ibárruri, que sirvió en el 13º Regimiento de la Guardia. El joven teniente de 22 años murió el 14 de septiembre de 1942 durante el transcurso de los encarnizados combates que tuvieron lugar por hacerse con el control de los andenes de la Estación Central de ferrocarril. Rubén Ruiz fue condecorado a título póstumo con la medalla de Héroe de la Unión Soviética, la más alta distinción concedida por el Ejército Rojo.
Los aviadores españoles que se alistaron en las fuerzas aéreas soviéticas fueron concentrados al principio en el aeródromo de Bukovo cercano a Moscú, para ser posteriormente distribuidos por diferentes unidades sin formar una escuadrilla propiamente española, combatiendo en todas las batallas más importantes que tuvieron lugar durante la Campaña del Este, desde Stalingrado a Kursk y llegando hasta Berlín. Entre los pilotos españoles hubo varios ases, como José María Pascual Santamaría, derribado en Stalingra-
do, que recibió la Orden de Lenin a título póstumo, Alfonso García Martín, que ascendió a capitán y que fue condecorado con dos Órdenes de la Bandera Roja y otras dos de la Guerra Patria, Manuel Zarauza Clavero, que llegó a ser coronel, y Juan Lario, que estuvo al mando de una escuadrilla durante Rojo para tomar Berlín. Otro piloto español, José María Bravo, estando con su escuadrilla destinado en el Cáucaso, voló como escolta del avión que trasladó a Stalin a la conferencia de los aliados celebrada en Teherán.
OTROS FRENTES
Existió una unidad del Ejército Británico formada exclusivamente por españoles que consiguieron escapar del cerco de Dunkerque, la denominada 1st. Spanish Company del Real Cuerpo de Ingenieros. La unidad se creó en 1940 y estaba formada por unos 280 hom Después de tres meses de entrenamiento fueron destinados a distintos lugares de la costa inglesa. El 13 de agosto de 1944 desembarcaron en las playas de Normandía, desempeñando funciones propias del Cuer- po de Ingenieros y sin entrar directamente en combate. Sin embargo, durante la fulgurante ofensiva alemana de las Ardenas, la unidad quedó temporalmente bajo mando americano y apunto estuvo de encontrarse en primera línea de fuego.
Entre abril y julio de 1943, los británicos organizaron varias compañías de ingenieros en el Norte de África. En concreto, la 361ª estaba enteramente compuesta por españoles, siendo mayoría en la 362ª y una minoría representativa en la 363ª. Desde la operación Torch, iniciada el 8 de noviembre de 1942 con los desembarcos anglo-americanos en esa zona para neutralizar a las fuerzas francesas leales al gobierno colaboracionista de Vichy, hasta mayo de 1943, se calcula que 794 españoles se alistaron en estas unidades británicas. Estas tres compañías partieron hacia Gran Bretaña en febrero de 1944, y una vez allí, algunos de los integrantes de la 361ª. Se incorporaron a la 1st. Spanish Company.
Un pequeño grupo de españoles, que habían servido en Siria y Líbano encuadrados en el 6º. Regimiento de la Legión Extranjeentre Francia y Alemania para pasarse a las
EL 13 DE AGOSTO DE 1944 DESEMBARCARON EN LAS PLAYAS DE NORMANDÍA, DESEMPEÑANDO FUNCIONES PROPIAS DEL CUERPO DE INGENIEROS Y SIN ENTRAR EN COMBATE
fuerzas británicas. Huyeron a Palestina y allí consiguieron alistarse en el 50th. Middle East
Commando, una nueva unidad especial bajo el mando del teniente coronel George A. D. Young, formando íntegramente la Compañía B. Durante cinco meses recibieron un duro entrenamiento en tácticas de comando hasta que en diciembre de 1940 fueron destinados a la isla de Creta. En marzo de 1941 regresaron a Egipto donde se produjo una reestructuración del 50th que se unió al 52th
Commando para formar la denominada Layforce, una unidad creada en febrero de 1941 bajo el mando del coronel Robert Laycock, y a la que se le asignó misiones de operaciones especiales. En mayo, los españoles volvieron a Creta donde combatieron duramente con los paracaidistas alemanes que la invadieron. Tras la evacuación de la isla de las fuerzas británicas, tan sólo regresaron a Alejandría
DURANTE LOS CASI SEIS AÑOS QUE DURÓ LA GUERRA, UN 2% DE LA POBLACIÓN MUNDIAL PERDIÓ LA VIDA Y LOS COMBATES SE EXTENDIERON DESDE ALASKA HASTA EL PACÍFICO
diecisiete españoles. Estos supervivientes se incorporaron al 1st. Special Regiment dependiente del Special Operations Executive. Del resto, treinta y cinco habían sido hechos prisioneros por los alemanes y el resto murieron durante la batalla.
Otro pequeño grupo de españoles procedentes del 50th. Middle East Commando combatieron en uno de los batallones del
Queen’s Regiment de la 7ª División Acoraza Británica, las famosas Ratas del Desierto, luchando contra Rommel en el Norte de África, hasta desembarcar en las costas de Normandía, enfrentándose a las experimentadas divisiones panzer en retirada hacia Alemania.
Saliendo fuera del escenario europeo y africano, no hay que olvidar a los descendientes de la colonia de pastores vascos establecidos en el estado norteamericano de Idaho, que lucharon en la sirviendo en los Marines y como radioperadores. Estos últimos fueron elegidos para que usasen el vascuence en las comunicaciones, evitando así que pudieran ser entendidas si las interceptaba el enemigo, de la misma forma que hicieron los indios navajos en una misión muy parecida y quizás más conocida. Los Marines vascos combatieron desde la decisiva batalla de Guadalcanal hasta la liberación de las Filipinas, luciendo orgullosos en sus tanques la inscripción Fighting basques (“Luchadores vascos”).
LA DECEPCIÓN FINAL
Durante los casi seis años que duró la guerra, un 2% de la población mundial perdió la vida y los combates se extendieron desde los territorios helados de Alaska a las selvas impenetrables de las islas del - dades, razas y religiones se enfrentaron en lanzamiento de las bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki. El mundo resultante se dividió en dos bloques antagónicos liderados por las superpotencias, que se dramático juego de equilibrio que se cobró millones de nuevas víctimas en otros con al Tercer Mundo para mantener una supuesta paz en Occidente.
La participación española en la Segunda Guerra Mundial no fue simplemente testimonial, como han querido ver algunas opiniones desde dentro y fuera de nuestro país. Se trató algunos casos, como el de la liberación de Francia, alcanzó una importancia trascendental. Un gran número de españoles combatió en los dos bandos, todos ellos defendiendo unos ideales que hicieron propios, en unos tiempos turbulentos dominados por intolerancias y extremismos. Los republicanos expatriados y refugiados, sufrieron el recelo y el rechazo de los países que los acogieron. Aún así, muchos de ellos no dudaron en volver a empuñar las armas para defender la libertad de una tierra que no era la suya, incitados por sus ideales antifascistas y con la esperanza de que los aliados, una vez derrotadas las fuerzas del Eje, les ayudarían a reinstaurar un régimen democrático en España. Sin embargo, los vencedores tenían otros planes y las aspiraciones de los republicanos españoles pasaron a ser una cuestión molesta que fue arrinconada premeditadamente.
Decepcionados y humillados por los que supuestamente eran los defensores de la libertad, se resignaron a vivir en el exilio, convirtiéndose en una diáspora hispana que se extendió por todo el mundo. Un exilio que en muchos casos duró casi cuarenta años, y que en otros, sus protagonistas no tuvieron