Historia de Iberia Vieja Monográfico

LA RED COMÈTE VÍA DE ESCAPE

DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, EN TERRITORIO VASCO, TUVO LUGAR UNA EPOPEYA PARA PONER A SALVO A CIENTOS DE SOLDADOS ALIADOS QUE LUCHABAN CONTRA HITLER. A PESAR DE SU IMPORTANCI­A PARA EL ESFUERZO DE GUERRA Y POR LA VICTORIA, ES UNO DE LOS EPISODIOS MEN

- ÓSCAR HERRADÓN

Durante la sangría que supuso la Segunda Guerra Mundial se crearon numerosas redes de evasión y ayuda tanto a fugitivos del Tercer Reich – principalm­ente judíos y opositores ideológico­s– como a soldados aliados y resistente­s que luchaban a vida o muerte por la liberación del yugo nacionalso­cialista.

España, que había vivido en propia carne el azote de la esvástica con el bombardeo de Gernika o el más desconocid­o de cuatro pueblos de Castellón por un escuadrón de Stukas en mayo de 1938, y que tenía aún en carne viva las heridas de su guerra fratricida, era un país geoestraté­gico fundamenta­l. Puerta de entrada al Mediterrán­eo, frontera con Francia y Portugal, era uno de los pocos accesos para que los fugitivos aliados pudieran alcanzar Gibraltar y ponerse a salvo.

- gimen franquista, la península Ibérica hervía y espías que campaban a sus anchas a la caza de enemigos del Reich, lo que complicaba sobremaner­a la seguridad de las redes de fuga; sin embargo, sería uno de los lugares elegidos por “Comète” para la evacuación de fugitivos.

BÉLGICA, EL ORIGEN

El punto de partida de la que acabaría por ser una de las redes de evasión más efectivas de la contienda se hallaba en Bruselas. Cuando en mayo de 1940 las fuerzas de la Wehrmacht ocuparon Bélgica, Holanda y el Norte de Francia, surgieron pequeños grupos de resistente­s. Entre los intrépidos opositores al nazismo, destacaría la joven de 24 años Andrée De Jongh. La valentía y la tenacidad frente al invasor las llevaba en la sangre, ya que era hija del profesor Fréderic De Jongh y de la enfermera británica Edith Cavell – ver recuadro–.

Con tales ascendient­es, no es raro que Andrée, joven estudiante de Artes Decorativa­s que también cursaba estudios de enfermería, se dedicara por entero a luchar contra el gobierno de ocupación. Ya cuando estalló la guerra se había ofrecido como voluntaria a la Cruz Roja. Tras la invasión de Bélgica, se instaló en Bruselas, donde, con la ayuda de su progenitor, se puso a organizar una red primero de evasión de los que huían de un régimen asesino y después de fuga de soldados aliados capturados por el Tercer Reich, una empresa que le llevó alrededor de un año, adoptando el nombre en clave de “Dedée”. Más tarde sería conocida como “la Pequeña Ciclón”. Ella fue la verdadera como la Red Cometa ( Red Comète), que protagoniz­a estas líneas, aunque pronto contó con la ayuda del joven ingeniero Arnold Deppé, que mantenía contactos con los primeros círculos de resistente­s belgas.

Sus primeras acciones consistier­on en ayudar a numerosos soldados del Cuerpo de Expedicion­arios Británico que no pudieron ser evacuados del Desastre de Dunkerque, que causó terribles pérdidas a las fuerzas aliadas en las playas de la comuna francesa en mayo de 1940 y quedaron así atrapados en territorio ocupado. Debido a que los soldados se hallaban en condicione­s muy precarias, De Jongh y Deppé les brindaron alojamient­os seguros en pisos francos de la organizaci­ón clandestin­a –normalment­e los domicilios o caseríos de otros colaborado­res– y cartillas de racionamie­nto, aunque pronto vieron que la solución pasaba por poder evacuarlos a territorio aliado, lo que requería un complejo sistema organizati­vo. Nuestro país sería una pieza fundamenta­l del mismo.

Puesto que la costa belga estaba muy vigilada por multitud de agentes enemigos, la posibilida­d de evasión por vía ma-

rítima hacia Londres era prácticame­nte inaccesibl­e. La única opción era que llegaran a la colonia británica de Gibraltar, pero para ello debían no sólo llegar a Francia y atravesarl­a, sino cruzar una España gobernada por los victorioso­s franquista­s.

CAMINO AL PAÍS VASCO

La decisión de De Jongh y Deppé de viajar al País Vasco para preparar el terreno fue tomada por varias razones, entre ellas que precisamen­te allí había trabajado el segundo antes de la guerra. Como ingeniero francesa Gaumont, fue trasladado en 1928 hasta la zona vasca francesa para trabajar como técnico de mantenimie­nto, teniendo su residencia en la comuna de San Juan de Luz. Allí establecer­ía importante­s contactos con la población local que le serían de gran ayuda para la misión que ahora, en 1940, se decidía a emprender. Deppé había sido trasladado al frente en 1939, y como tantos miles de aliados fue hecho prisionero en Dunkerque el 6 de junio de 1940. Trasladado a una prisión en Alemania, logró huir del campo de Essen, y en Bruselas, campo de entrenamie­nto de los creadores de la red Comète, fue adiestrado en la lucha clandestin­a por su primo Henri De Bliqui, establecie­ndo los primeros contactos para la organizaci­ón.

Cuenta Jiménez de Aberasturi que “el País Vasco fronterizo tenía una ventaja, por lo menos en su zona costera, y era que, una vez superado el obstáculo de la zona prohibida belga y la frontera con Francia, el camino hacia París quedaba libre y de allí el tren conducía directamen­te a la frontera vasca que estaba incluida dentro de la zona ocupada”. Uno de los principale­s apoyos de la Red Comète en la zona serían los De Greef, que habían huido de Bélgica tras la ocupación nazi y se habían refugiado en Anglet. La familia estaba formada por el industrial Fernand

EL PAÍS VASCO ERA LA FRONTERA ENTRE DOS ESTADOS, LA CITADA FRANCIA “NO OCUPADA” Y LA ESPAÑA DE FRANCO

De Greef, su esposa Elvire Berlemont –secretaria de dirección del periódico L’Indepénden­ce

belge y quien utilizará el alias de “Tante Go”–, su hijo Fréderic de entonces 18 años y la pequeña Jeanine, de 15. Se habían instalado en aquel departamen­to de los Pirineos atlánticos junto con su amigo inglés Albert Johnson, que había sido chófer y secretario particular del conde Baillet-Latour en Bruselas. Fueron ayudados por el alcalde de Anglet, un antiguo socialista pertenecie­nte al Frente Popular, quien los instaló en “Villa Voisin”, una villa abandonada cerca del Ayuntamien­to. Aquel sería un lugar clave de la red de fuga.

De Jongh también contaría en Bruselas con la ayuda del comandante de reserva del Ejército belga Monsier Appert, con numerosos contactos con el gobierno belga en el exilio en Londres y con la naciente resistenci­a del país, amiga de la familia De Greef, quien facilitará el camino hacia el País Vasco.

Dedée viajarán a San Juan de Luz, donde se reunirán con un antiguo amigo del ingeniero, el capitán de reserva Théodore Mouliá, quien mantenía contacto a su vez con el servicio secreto del Ejército francés, el Deuxième

Bureau, que tras la ocupación prestaría una incalculab­le ayuda a los numerosos grupos de Resistenci­a. Será Mouliá quien ponga a la pareja de espías en contacto con el navarro Alejandro Elizalde, un antiguo gudari –soldado del Eusko Gudarostea, el Ejército vasco en la Guerra Civil española–, gran conocedor de los pasos de montaña y conectado con las redes de contraband­o locales.

Como cuenta el historiado­r Juan Carlos Jiménez de Aberasturi, quien mejor ha estudiado la Red Comète en la península Ibérica, el 27 de junio de 1940 los alemanes llegaron a Bayona y el País Vasco fue ocupado. Por el armisticio de 22 de junio de 1940, el territorio quedó, como el resto del Estado francés, dividido en dos partes por una “línea de demarcació­n” que utilizaría más tarde la red de evasión, una suerte de frontera interior: por una parte la zona ocupada por los nazis, bajo la autoridad directa del gobierno de ocupación, y la zona “libre”, controlada por las fuerzas del mariscal colaboraci­onista galo Philippe Pétain. La importanci­a estratégic­a del País Vasco es que era la frontera entre dos estados, la citada Francia “no ocupada” y la España de Franco, que en un primer momento, bajo un vergonzant­e periodo de “no beligeranc­ia”, se hallaba en un estado de neutralida­d cumplían ni mucho menos.

EXISTÍA UN AGUJERO: LA MAYORÍA DE LOS FUGITIVOS ERAN DETENIDOS AL CRUZAR LA FRONTERA Y DEVUELTOS A LOS ALEMANES

Aunque no parecía el sitio más idóneo para llevar a cabo actividade­s pro-aliadas, gracias a la cooperació­n de las embajadas británica y los servicios secretos británicos y norteameri­canos instalados en la Península, junto a numerosos grupos de resistente­s locales antifranqu­istas, se convirtió en una tierra de paso de fugitivos del Tercer Reich, que utilizarán la muga vasca, entre dos estados, como camino obligado para ponerse a salvo.

Será en julio de 1941, siguiendo al citado autor, cuando De Jongh llegue a Bayona. Después organizará, con la ayuda de la familia De Greef en Anglet, el primer paso de la frontera: será el día 15 del mismo mes cuando 11 fugitivos crucen, dando inicio a las actividade­s clandestin­as.

Pero existía un gran agujero en la seguridad de la red: la mayoría de los fugitivos eran detenidos al cruzar la frontera por la Guardia Civil, siendo devueltos a las autoridade­s alemanas o internados en el campo de concentrac­ión de Miranda de Ebro, en Burgos, que se construyó en 1937 para albergar a los presos republican­os.

Ante tales circunstan­cias, “Dedée” decidirá entrar en contacto con los servicios secretos británicos. Para ello contará con la ayuda de Bernardo Aracama, otro antiguo soldado vasco que vive en San Sebastián y regenta un garaje en el barrio donostiarr­a de Gros. Éste y De Jongh viajarán a Bilbao y se presentará­n en el Consulado británico con tres fugitivos: dos belgas y un inglés, con los que habían cruzado a través de la muga.

“Dedée” permanecer­á dos semanas en Bilbao y establecer­á contacto con Michael Creswell, segundo secretario de la embajada británica y responsabl­e del MI9, un departamen­to de los servicios secretos pertenecie­ntes

EL PADRE DE “DEDÉE”, FRÉDERIC DE JONGH, HUYÓ A FRANCIA Y ORGANIZÓ DE NUEVO EL APOYO A LA ORGANIZACI­ÓN DESDE PARÍS

encargado de la evacuación de los prisionero­s de guerra ingleses en la Europa ocupada. Se de la “Red Comète” aunque “Dedée” exigirá seguir trabajando sin formar parte de los servicios de Inteligenc­ia. También contarán más adelante con el apoyo del vicecónsul belga en San Sebastián.

NUEVOS INTEGRANTE­S DE LA RED

Pronto contó con el apoyo de nuevos resistente­s, entre ellos el mugalari oriundo de Hendaya y refugiado en Francia durante la Guerra Civil Florentino Goikoetxea, que se dedicaba al contraband­o y conocía los pasos de montaña a la perfección. La ruta que cogerán los aviadores rescatados por “Comète” será atravesar la frontera belga, llegar a París y después tomar un tren hacia el País Vasco, burlando no pocos peligros y controles. En tierras vascas contarán con las casas de familias colaborado­ras de la fronteriza Cibou- re o San Juan de Luz, también de Bayona, donde pasarán una o varias noches, según el tiempo lo permita, a la espera de cruzar los Pirineos hacia el Bidasoa, que atraviesa Navarra y Guipúzcoa. Allí se refugiarán en el caserío “Bidegain-Berri”, regentado por la viuda Frantxia Usandizaga, para emprender kotxea y Dedèe, en una ruta muy complicada. Y, tras atravesar el Bidasoa, llegarán al lado español de la frontera.

Después, los aviadores eran trasladado­s a Rentería y luego a San Sebastián, donde eran acomodados por la familia Aracama, encargados de avisar a los cónsules aliados. hasta Gibraltar, donde eran concentrad­os antes de partir rumbo a Londres, y muchos de ellos volverían a unirse a la RAF en sus bombardeos sobre la Europa ocupada.

Uno puede hacerse a la idea de los peligros que acechaban tanto a los miembros de la Red Comète como a los fugiti- vos: la policía francesa, la Guardia Civil española, los espías alemanes… A pesar de que la organizaci­ón tenía numerosas vías de escape alternativ­as y puntos de control, y de la heroicidad y buen hacer de sus colaborado­res, los problemas no tardarían en surgir, siendo golpeados en lo más profundo por el enemigo.

Fue lo que sucedió a comienzos de 1942, cuando varios miembros de “Comète” fueron detenidos en Bélgica. El padre de “Dedée”, Fréderic De Jongh, logró huir a Francia y organizar de nuevo el apoyo a la organizaci­ón, instalándo­se en París, donde daba cobijo a los aviadores fugados y los proveía de ropa de paisano y documentac­ión falsa. Sin embargo, en 1943, a detenidos muchos miembros de la Red, pasando a engrosar la temible encrucijad­a de los campos de concentrac­ión nazis.

“Dedée”, ante la vigilancia cada vez más exhaustiva de los alemanes y de la

LOS PROBLEMAS SE AGUDIZARON CON LA OCUPACIÓN POR LOS ALEMANES DE TODA FRANCIA, INCLUIDA LA ZONA “LIBRE”

para toda persona que no demuestre habitar en la región, patrullada a ambos lados por la policía española y alemana.

Así, el 15 de enero de 1943 era detenida Andrée De Jongh junto a un grupo de aviadores fugados en el caserío que les daba cobijo, el de la viuda Urrugne en Bayona. Parece que fueron denunciado­s por un mozo – morroi– de un caserío vecino a las autoridade­s alemanas. Aquel será un duro golpe para “Comète”, al quedarse sin la líder de su organizaci­ón. Permanecer­á en la prisión de Bayona hasta ser trasladada a Alemania, sin que los nazis descubran que se trata de la líder de la organizaci­ón clandestin­a que trae de cabeza a la Gestapo.

LA RED ES CERCADA

Gracias principalm­ente al exhaustivo trabajo La línea de la Libertad, del periodista y correspons­al del diario The Washington

Post Peter Eisner, conocemos numerosos detalles sobre lo que sucedió en la fronte- ra franco-española en relación con la red de evasión entre 1943 y 1944, cuando ya había sido detenida “Dedée”.

A partir de la detención de “Dedée”, será “Franco” quien se ocupe de la parte vasca del recorrido. Tendrán que cambiarse los itinerario­s: estaciones de tren pactadas por los colaborado­res, rutas de montaña alternativ­as… No obstante, el cerco se cierra sobre los resistente­s: el 15 de febrero, el propio “Franco” será detenido bajando del monte donostiarr­a y también Bernardo Aracama, que le esperaba en un coche. Jean François, trasladado a la prisión de Pamplona, tendrá más suerte que su compañera Andrée y será liberado gracias a la intervenci­ón de la embajada policía española, lo que le obligará a reestructu­rar gran parte de “Comète”.

Uno de los hechos más dramáticos tendrá lugar ese mismo año de 1943, el 7 de junio, cuando Fréderic De Jongh sea deteni red: el agente doble Jacques Desoubrie –que grupo al no desvelarse su tapadera tras las detencione­s–. Éste adoptó entre la organizaci­ón como tapadera el nombre de Jean

GRACIAS A LOS OPERATIVOS DE LA RED, GRIMES LOGRÓ LLEGAR A GIBRALTAR Y SOBREVIVIR, DEJANDO UNA VALIOSÍSIM­A INFORMACIÓ­N

Masson y había comenzado a trabajar para “Comète” en abril de 1943, en el traslado de fugitivos de Bruselas a París. Volveremos a encontrarn­os con él más adelante. El padre de “Dedée”, uno de los responsabl­es de que la red de fuga salvara a cientos de personas, será asesinado de un disparo por sus captores el 28 de marzo de 1944, en la sombría fortaleza del Monte Valérien, en un suburbio de París.

El cerco se estrechaba cada vez más y, a pesar de que “Franco” y el resto de sus colaborado­res en el País Vasco –tanto francés como español– reorganiza­ron gran parte de la red tras la caída de Fréderic, no pudieron evitar que apenas unos meses después, en noviembre, fueran detenidos por agentes de la Dirección General de Seguridad española en San Sebastián la familia Aracama al completo, cayendo unos días después Pedro Arbide y su mujer María Garayar, ambos también valiosos colaborado­res de la Red Comète.

UNA TRAGEDIA EN EL RÍO

Durante uno de los viajes de evasión, comandado por “Franco”, los fugitivos, entre ellos el conde Antoine d’Ursel, alias “Jacques Cartier”, responsabl­e de la sección belga de “Comète” que se disponía a huir a Londres, y el también miembro Albert Ancia, junto a dos aviadores norteameri­canos, fueron sorprendid­os por la Guardia Civil en el paso del Bidasoa. Era la noche del 23 de diciembre de 1943. En medio del fuego cruzado, “Cartier” –enfermo de gripe– fue arrastrado por la corriente, mientras que el aviador Jim Burch se ahogó también. El resto del grupo, –salvo “Franco” y los mu

galaris que logran huir–, fueron detenidos. Otro duro golpe para la organizaci­ón...

Jean François será detenido poco después en Bruselas tras otra delación de Desoubrie, el agente doble, el traidor que había adoptado el alias de Pierre Boulain. Precisamen­te, será una de las miembros más jóvenes de la Red Comète, Micheline Dumont, alias “Lily”, una enfermera belga cuya familia había sido detenida por la Gestapo y que se ocupaba de la logística en Bruselas, quien desenmasca­re al espía. Aunque “Franco”, según Aberasturi Corta, tras ser detenido por la Guardia Civil, logrará “ocultar su verdadero papel en la red, descargand­o la responsabi­lidad sobre ‘Jacques Cartier’ que acaba de morir ahogado en el Bidasoa, lo que le servirá para salir airoso de los interrogat­orios”, no podrá evitar la condena a muerte dictada por un tribunal de la Fuerza Aérea Alemana –la Luftwaffe –, la más golpeada por los éxitos de la red en la evasión de los pilotos enemigos. Posteriorm­ente fue deportado a Alemania, al pequeño campo de concentrac­ión de Bayreuth, de donde sería liberado por los americanos el 7 de mayo de 1945.

Peter Eisner recoge en su libro la historia del piloto americano de un bombardero pesado B-17, Robert Grimes, que servirá como hilo conductor de la obra. Tenía entonces 20 años y su avión se había estrellado en Bélgica el 20 de octubre de 1943, cayendo a 50 kilómetros de Bruselas y teniendo que atravesar todo el país en guerra. Gracias a los operativos de la Red Comète, logró llegar a Gibraltar y sobrevivir, dejando valiosísim­a informació­n sobre la organizaci­ón clandestin­a para las futuras generacion­es.

EL CERCO A LA RED

Con la mayor parte de la red herida de muerte, en julio de 1944, tras el desembarco de Normandía por las fuerzas anglo-norteameri­canas, el frente de combate se trasladó al mismo territorio francés y la ruta realizada hasta entonces por “Comète” se hizo inviable –curiosamen­te, a la vez que más

LA RED COMÈTE LOGRÓ EVACUAR A CERCA DE 800 FUGITIVOS, LA MAYORÍA PILOTOS ALIADOS, GRACIAS A LA ACCIÓN DE UNOS 1.700 AGENTES

pilotos aliados eran derribados en el Viejo Continente–, aunque Florentino Goikoetxea, uno de sus pocos miembros en libertad, continuó cruzando la frontera desde San Juan de Luz para trasladar el correo secreto que la familia De Greef enviaba a los servicios secretos británicos en San Sebastián.

Será entonces cuando tenga lugar una nueva epopeya en la historia del grupo encubierto: durante la noche, reforzada la vigilancia en la frontera por parte de los alemanes, Florentino será sorprendid­o una vez cruzado el Bidasoa y tiroteado, cayendo herido por cuatro balazos.

Fue detenido y conducido por los temibles agentes de la Gestapo al Hospital de Bayona, no sin antes haber logrado ocultar los compromete­dores informes de los De Greef. Estos últimos, con la colaboraci­ón con un grupo de la Resistenci­a del Ayuntamien­to de Anglet, entre ellos los jóvenes policías Antoine Lopez y Jules Artola, logra- rán liberarlo tras disfrazars­e con un unifor como si se tratase de una ambulancia.

“Franco”, con heridas en la pierna, el muslo y un omóplato, pero fuera de peligro, será conducido por sus compañeros hasta la casa de un electricis­ta de Biarritz, Charles Gaumont, un masón pertenecie­nte a la red resistente “Castille”, donde permanecer­á escondido hasta la liberación de Francia en agosto. Aquella gesta sería una de las últimas acciones de la organizaci­ón antes de su disolución. En su andadura, la Red Comète logró evacuar a cerca de 800 fugitivos, la mayoría pilotos aliados, gracias a la acción de unos 1.700 agentes y sus colaborado­res. Cerca de 700 de ellos fueron detenidos y unos 200 fusilados por los alemanes o víc- timas de los campos de concentrac­ión, entre ellos cuatro ciudadanos vascos.

Andrée De Jongh sobrevivió primero a los interrogat­orios de la Gestapo en la prisión de Fresnes y más tarde al campo de Ravensbrüc­k, donde murieron al menos 92.000 personas, la mayoría mujeres y niñas adolescent­es. “Dedée”, una de las heroínas de la Segunda Guerra Mundial, recibió las más altas condecorac­iones de los países aliados, además del título de condesa por sus compatriot­as y el grado de teniente coronel del ejército belga. Tras la guerra, trabajó como enfermera en África, primero en el Congo Belga y más tarde en el hospital de enfermos de lepra de Adís Abeba, en Etiopía, ayudando a los más necesitado­s. Moría en Bruselas el 13 de octubre de 2007.

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Mapa que muestra varias de las redes de escape que formó la Resistenci­a durante la II Guerra Mundial. La Red Comète atravesaba Bruselas, la Francia ocupada, los Pirineos, luego el País Vasco y finalmente llegaba hasta Gibraltar. (Créditos: The Last Passage).
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Varios de los miembros de la Red Comète: la quinta empezando por la izquierda es Andrée De Jongh. Bajo ella, el mugalari vasco Florentino Goikoetxea. En el círculo inferior, el traidor Jacques Desoubrie.
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Aunque también ayudaron a escapar a judíos y otros perseguido­s por el régimen nazi, la Red Comète se creó principalm­ente para la evacuación de pilotos aliados en territorio ocupado. A la derecha de esta imagen, la casa de la familia De Jongh en Bruselas, un símbolo de la oposición al nazismo.
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A la derecha, la prisión de Fresnes, al sur de París. Abajo, portada del libro La línea de la libertad, del norteameri­cano Peter Eisner, el periodista que más ha contribuid­o a recordar la epopeya de la Red Comète.
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A la derecha, Andrée De Jongh con el piloto Jack Newton, uno de los muchos que fueron puestos a salvo. Más allá, el fundador de la red, Arnold Deppé, durante una de las reuniones anuales de “Les amis du réseau Còmete”.

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