Historia de Iberia Vieja Monográfico
Un soldado EXCEPCIONAL
Gran parte del éxito de La nueve se debió a la personalidad y buen hacer del general Leclerc. Nacido el 22 de noviembre de 1902 con el nombre de Philippe François Marie de Hauteclocque, Leclerc pertenecía a una familia de aristócratas tradicionalistas y profundamente católicos.
Con tales antecedentes a nadie extrañó que escogiese la carrera militar. Se formó en la academia militar de Saint-Cyr, destacando por su temperamento metódico y una gran capacidad para aprender de sus errores.
Número uno de su promoción, fue destinado en 1926 a Marruecos, ya como teniente, donde acuñó su célebre frase “no me digan que es imposible”. Sus tácticas de lucha y las numerosas victorias alcanzadas captaron la atención de sus superiores, ofreciéndole un puesto en el Estado Mayor francés, donde también trabajaba su admirado mariscal Pétain.
Sin embargo, la capitulación firmada por este último ante Hitler soliviantó el carácter de Leclerc quien, desde entonces, juró pelear por el honor de su país hasta no ver reconquistada la ciudad de Estrasburgo. Promesa que cumpliría gracias, en gran medida, a sus hombres de La nueve.
Con el fin de la II Guerra Mundial, el general Leclerc se convirtió en un héroe viviente para sus conciudadanos, siendo enviado a Indochina para poner fin a las hostilidades que ya comenzaban a registrarse. Fue la única misión que no cumplió con éxito. Un accidente de avión, calificado por algunos militares como “altamente sospechoso”, provocó su muerte el 28 de noviembre de 1947. Los supervivientes de La nueve no quisieron perderse el funeral, acompañando su ataúd en un profundo y casi religioso silencio.