Historia de Iberia Vieja Monográfico
Una joya de su época
CUANDO LOS ESPAÑOLES divisaron Tenochticlán no pudieron sino maravillarse de tal visión. La ciudad, rodeada por un gran lago, era la capital desde la que los aztecas partían para guerrear contra las tribus locales y lograr su sometimiento.
Se trataba de un enclave único, formado por casas construidas en piedra y perfectamente encaladas que refulgían a los rayos del Sol. En sus plazas se levantaban numerosos jardines flotantes y en sus extremos, huertos que abastecían a los habitantes de la comida necesaria para subsistir.
La “ciudad lago”, como también se la conocía, fue una de las capitales del mundo más grandes de su época, descrita por los hombres de Cortés como “una ciudad de ensueño” que no tenía parangón con ninguna población europea. En ella destacaban complicadas obras de ingeniería como acueductos y puentes, canales que cruzaban algunas calles y amplias calzadas que enlazaban la ciudad con los bordes exteriores del lago.
Poco más se sabe sobre ella, ya que el ataque de los españoles por su conquista la arrasó completamente, haciéndola desaparecer bajo las llamas y sumiéndola desde entonces en el abandono.