Historia de Iberia Vieja Monográfico
Conquistando a lomos de caballo
LOS PRIMEROS CABALLOS que llegaron al Nuevo Mundo fueron traídos por Colón en su segundo viaje, a finales de 1493, y, desde ese instante, su importancia nunca dejó de menguar. De tal modo, que en cada una de las sucesivas capitulaciones se exigirá la introducción de yeguas y caballos para favorecer el proceso conquistador y la colonización de las nuevas tierras.
Y es que los españoles se habían percatado de que bastaba uno o diez jinetes para derrotar a grupos numerosos de indígenas y por ese motivo al final de cada jornada hacían inventario de los caballos heridos, enfermos y muertos. Se cuenta, que bastaba un relincho para atemorizar a los aguerridos nativos precolombinos, ya que los tenían por animales carnívoros y devoradores de hombres, además de por seres inmortales. Los españoles se aprovecharon de esta creencia y para perpetuarla enterraban en secreto a los caballos fallecidos.
El engaño terminó cuando los indígenas comprobaron que su verdadero alimento consistía en haces de hierba y en granos de maíz y que morían como cualquier otro animal terrestre.
Debido a su demanda, un equino podía alcanzar los 4.000 pesos de oro, aunque a medida que se multiplicaba su población los precios fueron bajando. Curiosamente, se dio la circunstancia de que el hierro fue desde siempre un bien muy escaso en aquellas tierras, por lo que salía más barato construirles herraduras de oro, de cobre o de plata. Toda una ventaja, ya que cuando el animal moría, el dueño vendía los herrajes para adquirir nuevos caballos.