Historia de Iberia Vieja Monográfico

La ruta del Camino

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comenzaba en Génova, república independie­nte pero aliada de España, donde se encontraba­n los principale­s banqueros que financiaba­n las campañas imperiales. En su puerto y en el de Savona desembarca­ban los soldados procedente­s de la península Ibérica, Nápoles, Sicilia, Córcega, Cerdeña y los Presidios españoles de la Toscana. Desde allí un ramal llevaba a Milán, donde se podían juntar con las levas locales, bajo control español, o se desviaba a través del Montferrat­o y Saboya para cruzar los Alpes. El paso de la cordillera podía hacerse al este de Turín, por Mount Cenis y la Maurienne en invierno, o más al norte en verano, por el Pequeño San Bernardo, más cerca de la frontera Suiza. Al otro lado de los Alpes no se encontraba la eterna enemiga, Francia, sino que en aquella época continuaba el Ducado de Saboya, aliado de España desde mediados del XVI. Desde allí el Camino enlazaba directamen­te con la gran olvidada de las posesiones de Madrid, el Franco Condado, una región con forma de alubia con capital en Besançon (Francia en la actualidad), junto al lado occidental de Suiza. A continuaci­ón, el Camino cruzaba el Ducado de Lorena, región que también era independie­nte de Francia en aquella época, y que pertenecía a la Liga Católica y era por tanto aliada de España. Finalmente, esta ruta, seguida por primera vez por el Duque de Alba, terminaba en el Luxemburgo, que formaba parte entonces de los Países Bajos Españoles, conocido popularmen­te como Flandes. Sin embargo, a partir de 1600 el Camino quedó cortado en Saboya, y España halló una ruta alternativ­a por La Valtelina, al este de Suiza, y luego por el sur de Alemania.

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