Historia de Iberia Vieja

Alfonso I el Batallador Rey de los templarios

El testamento de un guerrero medieval

- Por: ALBERTO DE FRUTOS

AA menudo, la última voluntad de un hombre es una losa para quienes lo sobreviven. Cuando el testador responde al nombre de Alfonso I (c. 1073-1134), rey de Aragón y Navarra, esa losa adquiere unas dimensione­s colosales. El conquistad­or de Zaragoza (1118) y cerebro de la audaz expedición a Andalucía (1125/26), testó en octubre de 1131 en favor del cabildo del Santo Sepulcro, la orden hospitalar­ia de San Juan y la orden militar del Temple, para estupor de sus nobles y vasallos, que se hacían cruces ante esa sorprenden­te resolución. Todavía hoy, los motivos de Alfonso I para repartir su reino entre esas institucio­nes, a la sazón poco imbricadas en el tejido de la península Ibérica, no están del todo claros. Sirvan estas páginas para aproximarn­os al misterio… lfonso I reinó en Aragón y Navarra entre 1104 y 1134, año de su muerte. Su figura no parecía destinada a grandes gestas. Durante el primer lustro de su reinado, se limitó a proseguir la labor de sus antecesore­s Sancho Ramírez –su padre– y Pedro I –su hermanastr­o–, en el frágil tapiz de un reino que asistía a la desmembrac­ión de la dinastía taifa yemení de los Banu-hud, a la pujanza de los señores de Urgel y los condes de Toulouse, y a la fortaleza inapelable de Castilla, cuyo rey, Alfonso VI, dispuso la boda de su heredera Urraca con nuestro Alfonso.

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