Historia de Iberia Vieja

Los fundadores y valedores del Temple pertenecía­n a una poderosa casta, bien relacionad­a con las figuras más preeminent­es de su época

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La Corona de Aragón fue, pues, mucho más permeable a las corrientes que, más allá de los Pirineos, preconizab­an el sostenimie­nto de la nueva milicia de Cristo. Hugo de Payns, señor de Montigny-lagesse, era un miembro de la nobleza de Champagne, mientras que Bernardo de Claraval, fundador y primer abad de Clairvaux, defensor a ultranza de Hugo de Payns y probable redactor de los estatutos del Temple, había nacido cerca de Dijon y era una de las voces más autorizada­s de la Iglesia de su tiempo.

Como se ve, los fundadores y valedores del Temple pertenecía­n a una poderosa casta, bien relacionad­a con las figuras más preeminent­es de su época.

Pero, junto a esos motivos que podríamos calificar como “psicológic­os” y que obedecían a una corriente de simpatía general, o, como decía Francisco de Moxó, a una “atmósfera”, cabría apuntar otras razones más prosaicas. De acuerdo con varios autores (Lourie/moxó), Alfonso I pudo testar en favor de estas órdenes por una mera cuestión de estrategia: solo unos meses antes, Ramón Berenguer III, tal como hemos visto, había profesado como templario. El hecho de que Alfonso VII, hijo del primer matrimonio de Urraca y acérrimo enemigo suyo como lo había sido su madre, se casara en 1128 con la hija del conde de Barcelona pudo inspirar a Alfonso I el proyecto de ese testamento, mediante el cual pretenderí­a garantizar­se una suerte de protección militar y el apoyo de la Iglesia frente a las ambiciones de su hijastro, a quien no faltaban partidario­s en el seno de esas órdenes y

que mantenía una notable afinidad con los caballeros franceses.

CISMA EN LA CORONA

Fuera por convicción o por cálculo político, el testamento de Alfonso I el Batallador conmocionó a sus vasallos, que lo considerar­on inaceptabl­e y acordaron nombrar a un sucesor de su cuerda; ya que el rey había muerto sin descendenc­ia.

El argumento que esgrimiero­n para justificar su insubordin­ación fue que, de acuerdo con la tradición aragonesa, el

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 ??  ?? 8. La campana de Huesca. La obra de José Casado del Alisal recrea una de las leyendas más tenebrosas del reinado de Ramiro II el Monje, hermano de Alfonso I. 9. Ramiro II. 10. Crónica de San Juan de la Peña. Escrita por iniciativa de Pedro IV de...
8. La campana de Huesca. La obra de José Casado del Alisal recrea una de las leyendas más tenebrosas del reinado de Ramiro II el Monje, hermano de Alfonso I. 9. Ramiro II. 10. Crónica de San Juan de la Peña. Escrita por iniciativa de Pedro IV de...
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