LAS COFRADÍAS MILITARES DE ALFONSO I
Alfonso I no solo quiso legar su reino a las flamantes órdenes militares que encarnaban el espíritu de la Cruzada. Él mismo fundó sendas órdenes que revelan la armonía con el ideario de su época, pese a que, a la hora de redactar su testamento, se olvidara de ellas. La primera fue la cofradía de Belchite, instaurada en 1122 con el fin de amparar la frontera sur del reino. La segunda, surgida en 1124, recibió el nombre de Militia Chisti de Monreal. En el caso de la cofradía de Belchite, sus miembros podían ser temporales o permanentes, pero, tal como señala Carlos Ayala en Las órdenes militares hispánicas en la Edad Media (siglos XII-XV) –Marcial Pons, 2007– “eran ajenos a cualquier compromiso derivado de una formal ordenación religiosa”. “Su objetivo –señala este autor– era la guerra contra los musulmanes y, en último término, la liberación de Jerusalén. Todo el sistema de indulgencias que se construye en torno a los cofrades y sus benefactores no hace sino reproducir esquemas muy cercanos a la ideología y movimiento cruzados y, por tanto, muy próximos a las órdenes militares, en especial al Temple”. La fundación de la cofradía de Belchite, bajo el mando del señor Galindo Sánchez hasta agosto de 1126, tuvo lugar en una asamblea a la que asistieron personalidades como el legado del papa Bernardo; el arzobispo primado de España Bernardo de Toledo; los arzobispos Olegario de Tarragona, Diego Gelmírez (de la sede compostelana) y el francés Guillermo de Auch; así como los obispos Pedro de Zaragoza, Esteban de Huesca, Ramón-guillén de Roda-barbastro, Sancho de Calahorra, Miguel de Tarazona, Raimundo de Osma, el francés Guidón de Lescar, Bernardo de Sigüenza, Pedro de Segovia; y el abad Raimundo de Leire. Como se ve, las más altas instancias patrocinaron la creación de las primeras órdenes militares aragonesas, que lo fueron también peninsulares. Lo explica Pascual Crespo Vicente en La Militia Christi de Monreal y el origen de las órdenes militares en España: “Una carta pastoral del arzobispo Guillermo de Aux, que seguramente estaba destinada a la predicación de esta singular fundación y a recaudar ayuda económica, sirve para darnos a conocer una empresa hispana equiparable a la denominada ‘Milicia de Jerusalén’ fundada en 1118 por Hugo de Payens bajo el amparo del Patriarca de Jerusalén”. Entre las ventajas de adherirse a estas órdenes, se hallaban la de la remisión de los pecados en el caso del servicio activo para la defensa de la Cristiandad, la remisión de una cuaresma siempre que se donaran doce dineros del peculio, o, cuando se testara a favor de la cofradía el caballo o las armas, lo mismo que “si dejase sus bienes a la Orden del Hospital o al Temple”.