Su labor era la de amenizar los banquetes, pero con unas artes tan sensuales que los textos latinos las encumbraron como el epítome de las artes de Eros
a dioses y diosas de la fertilidad pudieron empezar a transformarse en celebraciones mucho más mundanas.
En el caso que nos ocupa es muy posible que prácticas a la diosa fenicia Astarté acabaran derivando en una cultura donde el sexo tenía un espacio mucho más amplio en la vida de los gaditanos que en la de otros pueblos. De hecho en la isla denominada como Erytheia se han hallado indicios de un lugar de culto a la Afrodita Marina o Astarté que habría patrocinado estas prácticas. Estrabón (II, 3, 4), siguiendo a Posidonio, nos relata cómo un marino griego llamado Eudoxo de Cicicos, en la segunda mitad del siglo II a. C., intentó circunnavegar África. Recalando en Gadir, embarcó una cantidad de jovencitas músicas que bien podrían haber sido las puellae gaditanae de las que se nos habla siglos más tarde o un precedente de las mismas. En cualquier caso las fuentes latinas del principio del Imperio nos cuentan de la existencia de estas mujeres, muy jóvenes – puellae o “jovencitas”– y de condición no clara, ya que no siempre figuran como esclavas. También se piensa que algunas pudieron tener una condición jurídica propia: kátochoi o propiedad de la diosa del mismo modo que existía el concepto de hieródulo o “esclavo del templo”.
En principio su labor era la de amenizar los banquetes, pero con unas artes tan sensuales que los textos latinos las encumbraron como el epítome de las artes de Eros. Una de las armas principales de estas damas eran sus danzas y sus canciones de profundas cargas eróticas. Vestidas con escasa ropa, el contoneo de sus caderas era tan descaradamente voluptuoso que causaba una suerte de hipnosis en los espectadores. Hay quien, de hecho, hace paralelo este estilo de danza con el de la danza del vientre, que siempre ha tenido un cierto atractivo sexual para muchas personas. De esta manera nos lo relata Marcial, que nos afirma que:
La referencia de Hipólito hace alusión a un personaje de la mitología griega, hijo de Teseo de Atenas y de la amazona Hipólita, que se consagró a Artemisa y por tanto a una virginidad perpetua que le causó la muerte, tal y como se narra en el Hipólito de Eurípides.
Pero las bailarinas de la antigua Cádiz también empleaban su destreza para