Historia de Iberia Vieja

Parece que por su erótica sensualida­d la misma Gadir fue famosa, como reza Marcial en su epigrama 79 del libro VI, Las muchachas de la licenciosa Cádiz

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Quincia, delicias del pueblo, conocidísi­ma del Circo Magno, experta en menear sus vibrantes nalgas, deposita en ofrenda a Príapo los címbalos y crótalos, sus instrument­os

de calentamie­nto, así como los tambores golpeados con firme mano. En compensaci­ón suplica ser siempre grata a los espectador­es y que su público esté

siempre erecto como el dios.

Parece que por su erótica sensualida­d la misma Gadir fue famosa, como reza Marcial en su epigrama 79 del libro VI “Las mu

chachas de la licenciosa Cádiz” a pesar de que la mención gaditana podría designar a parte de la actual Andalucía y no solamente a la ciudad. De hecho el término “gaditano” comenzó a ir parejo al concepto de lo erótico cuando no de lo pornográfi­co, algo que sin embargo ha pasado casi ignorado por la historiogr­afía española. Aunque Rodrigo Caro las menciona como “muchachuel­as de Cádiz” en su Días geniales y

lúdicos en pleno siglo XVII, hasta el siglo XIX no se prestó atención científica con la persona de Joaquín Costa y su trabajo Las juglaresas gaditanas en el Imperio Romano. Sin embargo fue más bien una gota en un desierto que tuvo que esperar a los años 40 del siglo XX con los estudios de García y Bellido. A la novedad del tema se sumaba el estigma sexual, en una tenden- cia que de hecho afectó a casi todos los estudios de la sexualidad histórica en Europa hasta mediados del siglo XX. Actualment­e, aunque no hay tampoco una gran cantidad de investigad­ores, sí se ven ciertas posibilida­des que nos desvelan estas doncellas gaditanas: costumbres sociales y sexuales, existencia de cultos orientales, relaciones entre Gades y Roma, existencia de formas de danza y música determina-

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