ANTONIO JOSÉ DE SUCRE
El líder y destacado militar de la independencia americana nació en 1785 en la ciudad venezolana de Cumaná. De origen criollo, era alférez del ejército realista cuando en 1810 decidió unirse al movimiento emancipador surgido en Caracas. Desde ese momento combatió en todas las operaciones militares importantes que se desarrollaron contra las fuerzas leales a España, destacando por sus brillantes capacidades como estratega y alcanzando por ello el generalato. Sirviendo en el ejército de Bolívar, en 1818 participó en la reconquista de Venezuela y al año siguiente en la campaña de Nueva Granada, distinguiéndose en las batallas del Pantano de Vargas y en la de Boyacá, méritos por los que se convirtió en uno de los lugartenientes del Libertador. En 1820 fue delegado por Bolívar para que firmase con el bando realista el armisticio de Trujillo. Cuando se reanudaron las hostilidades, Sucre se puso al frente de las tropas rebeldes, liderando la última fase de la guerra. En mayo de 1821 emprendió la campaña del Ecuador, sin obtener resultados apreciables hasta que recibió el apoyo de 1.200 soldados argentinos enviados por San Martín, encadenando una serie de brillantes victorias. Sus éxitos proporcionaron a Bolívar la iniciativa militar y política frente a las aspiraciones del general argentino. En septiembre de 1823 marchó junto al Libertador hacia el Perú, reclamado por los partidarios de la independencia. La victoria obtenida en Ayacucho lo convirtió en un héroe. El Congreso peruano le otorgó el título de Gran Mariscal y fue ascendido a general en jefe de su ejército. Tras la derrota española, Sucre vaciló en proseguir su campaña penetrando en el Alto Perú, debido a la confusión política que reinaba en la región y que desaconsejaba una intervención. Persuadido por el líder boliviano Casimiro Olañeta, que le convenció de la necesidad de fundar una república en el Alto Perú independiente de la vecina argentina, decidió finalmente lanzarse a la conquista de la región. Después de derrotar a las fuerzas españolas en la batalla de Tumusla, convocó una asamblea constituyente para decidir la independencia del país, decisión que le enfrentó a Bolívar, partidario de unir la región a Lima. Finalmente se impuso el criterio de Sucre y el 25 de mayo de 1826 la Asamblea boliviana lo nombró Presidente con plenos poderes. Superadas sus reticencias iniciales, Sucre se dedicó en cuerpo y alma a la organización de la nueva república que él mismo había ayudado a independizarse. Inspirándose en la división administrativa francesa, dividió el territorio en provincias y departamentos, emancipó a los esclavos, estableció la libertad de imprenta y redujo los privilegios eclesiásticos, favoreciendo una política educativa promovida por el estado. Su comportamiento al frente del Gobierno fue intachable y honesto, pero desde un primer momento tuvo que hacer frente a una inestabilidad política que contribuyó a debilitar su posición. Finalmente, el 3 de agosto de 1828 se hizo efectiva su renuncia al frente del Gobierno de Bolivia y acompañado por sus tropas leales regresó a Bogotá, capital de la Gran Colombia. La presencia de Sucre reforzó la posición de Bolívar, que ejercía una dictadura sobre el joven país, convirtiéndose en el principal sostén del régimen. Sin embargo, en junio de 1830, mientras se dirigía hacia el Ecuador, Sucre fue asesinado cuando atravesaba las montañas de Berruecos. Nunca pudo esclarecerse quienes fueron los instigadores del crimen, aunque todas las sospechas apuntaron hacia los rivales políticos del Libertador. Su muerte precipitó, en todos los sentidos, la caída de Bolívar.