Florencia vuelve a cruzar las Puertas del Paraíso
Lorenzo Ghiberti fue uno de los grandes escultores y arquitectos del
Quattrocento. Como los grandes espíritus del Renacimiento, hizo muchas cosas y todas las hizo bien. Pero su nombre está ligado a una obra que, en su día, decoró las segundas puertas del baptisterio de la catedral de Florencia. Ahora, tras veintisiete años de restauración, las Puertas del Paraíso vuelven a ver la luz, aunque solo podrán admirarse en el interior del museo dell’Opera del Duomo. 5,20 metros de altura, 3,10 metros de largo, 11 centímetros de grosor y un peso de ocho toneladas. Esas son las características físicas de una de las grandes maravillas del arte universal: las Puertas del Paraíso de Ghiberti. Pero sus cualidades espirituales trascienden la frialdad de esos datos, y, a buen seguro, aquel que las haya visto no podrá olvidar el efecto que provoca su belleza en el alma. Desde 1990 los florentinos y los turistas que cada año visitan la ciudad tenían que conformarse con una copia.
El original empezó a ser restaurado en 1985, tras cientos de años a la intemperie en los que sufrió la amenaza de las bombas durante la Segunda Guerra Mundial (las autoridades la protegieron descolgándola de su emplazamiento) y la catástrofe de las inundaciones que asolaron la ciudad en 1966 y que arranca- rarían seis de sus diez paneles. Ahora, y tras veintisiete años de delicado trabajo, la obra cumbre de Ghiberti vuelve a lucir con el esplendor de antaño y nos hace evocar y repetir los elogios que a lo largo de su historia ha recibido de sus muchos admiradores. No en vano Miguel Ángel llegó a decir, conmovido: “Es tan bella que tendría que estar colocada en la puerta del paraíso”, y Vasari no exageró demasiado cuando la tildó de “la obra de arte más fina jamás creada”.
La restauración ha sido llevada a cabo por la Fábrica de Piedras Duras de Florencia con los fondos del Ministerio de Bienes Culturales y la Asociación Amigos de Florencia. Sus diez paneles de bronce y oro, que representan escenas del Antiguo Testamento, pueden admirarse ya en el interior del museo del Duomo, protegidos por una cubierta de cristal.