LA HISTORIA DE ESPAÑA EN MAPAS
Aquellos lectores que honren ya su biblioteca con el Atlas histórico mundial de Georges Duby, publicado en esta misma colección, sabrán apreciar el valor, e incluso la necesidad, de esta nueva obra, complemento ideal de la anterior y centrada en la histor
Como el personaje de la mitología griega, los Atlas sostienen entre sus páginas el peso del mundo. A través de sus mapas, el lector viaja con la comodidad de la primera clase a culturas y civilizaciones remotas, y obtiene la información más precisa y esencial sobre la realidad física, social o económica de un país. No hay mayor placer, para un amante de la Historia, que abrir un Atlas bien diseñado –como lo es este– y saltar de mapa en mapa, aprehendiendo sin mayor esfuerzo el camino que siguieron nuestros antepasados, sus dudas e involuciones, y también sus aciertos y conquistas.
Ahora bien, hay atlas y atlas. Los hay vagos e insustanciales, y los hay precisos… y preciosos. Este, ejecutado con la veteranía y el rigor a que nos tiene acostumbrados Larousse Editorial, se inscribe por derecho propio en el segundo grupo; y se revela ya como una obra clave en su campo, no solo por la concisión y claridad de sus mapas, sino por la perfecta organización de sus contenidos, que se distribuyen en cinco bloques. A saber: Prehistoria y anti
güedad (desde los orígenes de la humanidad hasta la caída del imperio romano); la Edad Me
dia (con especial hincapié en el reino visigodo, el Al-Andalus musulmán y la expansión de los reinos cristianos hasta finales del siglo XV); la Edad Moder
na (que incluye la colonización ultramarina y los reinados de los Austrias y Borbones hasta principios del siglo XIX); el Esta
do liberal (donde se aborda la confrontación entre liberales y absolutistas, el Sexenio democrático y la Restauración borbónica, hasta 1931); y la España
contemporánea (que plantea una equilibrada perspectiva de la Segunda República, la Guerra Civil, el franquismo y la Transición, y desentraña la enredada madeja de los últimos años).
En total, ochenta mapas, contextualizados por sus respectivas codas, que consagran la pericia de sus autores para compendiar la historia de España sin que en la empresa se evapore una sola de sus esencias.
Al igual que sucedía con el Atlas histórico mundial de Duby, todo un clásico de la historiografía en el que este maestro de la Escuela de los Annales volcó su prodigioso don para la alta, y más amena, divulgación (su sueño era “acercar la Historia a todo tipo de lectores”), el Atlas histórico de España arrima su lupa a nuestro pasado desde una óptica multidisciplinar. En efecto, los lectores asimilarán, mapa a mapa y texto a texto, la actividad social, económica y política de cada momento histórico, dentro de un caleidoscopio en cuyos espejos se reflejan desde los movimientos poblacionales más significativos (así las conquistas, las expulsiones o los exilios) hasta las principales dinámicas territoriales, pasando por la evolución de las vías de comunicación, un cuadro este último, por cierto, que la mayoría de las obras de esta naturaleza había obviado hasta la fecha.
Es posible que, para un estudiante de Secundaria, informaciones como estas fueran difíciles de digerir en un formato distinto al que ahora nos sirve Larousse Editorial. De ahí que la obra, al sortear la aridez que tradicionalmente ha lastrado la eficacia de estudios más densos y sesudos, sea especialmente recomendable para los estudiantes, no ya de ese ciclo, sino también de la Universidad. Y es que el Atlas histórico de España aporta, por si fuera poco, una selección de textos originales de cada época, absolutamente recomendables para despertar la capacidad crítica de alumnos de todas las edades.
La obra, presentada con una solapa troquelada, incluye en sus páginas finales una lista con los principales mandatarios desde el siglo XVI, así como el índice alfabético de rigor, un plus que facilitará la tarea de buscar los topónimos o nombres propios citados a lo largo de las casi doscientas páginas que completan el volumen.