Entrevista a Julio Crespo MacLennan, autor de Imperios. Auge y declive de Europa en el mundo
“LA LUCHA POR LA HEGEMONÍA MUNDIAL CONTINÚA EN EL SIGLO XXI”
Doctor en Historia por la Universidad de Oxford, Julio Crespo MacLennan (Madrid, 1970) reflexiona en su último libro, publicado por Galaxia Gutenberg, sobre el inicio y el fin de la hegemonía mundial de Europa. Nos lo cuenta en esta entrevista. ¿Cómo se explica que la civilización china, con tan gran potencial humano y militar, no se lanzara al descubrimiento de nuevas tierras?
Principalmente porque sus recursos militares y humanos en general estaban centrados en la defensa de la frontera norte de las invasiones de los mongoles. En 1436 un edicto imperial prohibió la construcción de barcos al considerar que las amenazas sobre el territorio chino eran demasiado graves como para poder permitir a los chinos dispersar sus fuerzas en vagos proyectos de exploración marítima. Otra explicación es que la civilización china, al contrario que la europea, estaba tan convencida de su superioridad que sus habitantes generalmente consideraban que nada más allá de sus fronteras les podía enriquecer.
¿Y por qué el auge de la navegación vikinga durante la Edad Media no tuvo continuidad en los siglos posteriores?
En cierta medida sí la tuvo. Gracias a la tradición marina heredada de los vikingos, tanto Dinamarca como Suecia crearon imperios en los siglos XVI y XVII con pequeñas colonias en América, África e India.
¿Qué papel desempeñó la expansión económica de Europa en la era de los grandes descubrimientos del siglo XV?
El auge de la burguesía y la aparición del capitalismo mercantil fueron dos de los grandes cambios que trajo el Renacimiento en Europa. El espíritu emprendedor y el afán de enriquecimiento que produjo esta época contribuyeron de forma muy notable a que cada vez hubiera más europeos dispuestos a embarcarse a descubrir nuevos mundos o a financiar expediciones en busca de nuevos mercados.
¿Qué instrumentos utilizaron las potencias imperialistas para gobernar tierras tan alejadas de sus respectivas metrópolis?
La marina, el ejército y la administración colonial eran los instrumentos principales que permitían a las potencias europeas gobernar sus imperios. También les ayudaban las misiones cristianas: el papel de los misioneros convirtiendo a las pueblos autóctonos al cristianismo y, a la vez, enseñándoles la lengua y la cultura contribuyeron de forma muy especial a que estos se volvieran menos hostiles y fueran más fáciles de gobernar. Por último, la población inmigrante era el otro factor cla-
ve que permitió a las potencias crear asentamientos permanentes en tierras tan remotas.
¿Cómo compaginó la monarquía española la desmedida codicia de los descubridores con la misión evangelizadora que se suponía debían llevar a cabo?
Buscar riquezas y propagar la fe cristiana eran los dos pilares sobre los que se asentaba la expansión del imperio español y de la gran mayoría de imperios europeos. Ahora bien, evangelizar no era compatible con la explotación despiadada de tribus indígenas. Bartolomé de Las Casas fue pionero en la denuncia de la codicia y la falta de principios cristianos en la conquista. Logró que al menos la corona española aprobara varias leyes en defensa de los derechos de los indígenas, aunque a menudo no fueron respetadas.
¿Cómo influyó la conquista de América en la conciencia de España como nación?
El poder de la monarquía hispánica en todos los reinos de la península Ibérica creció notablemente como consecuencia de la conquista de América y también su prestigio, contribuyendo así a una idea de unidad que de otra forma no habría prosperado. El hecho de que surgiera una cultura de habla española al otro lado del Atlántico también fue un factor importante a la hora de crear una conciencia de nación entre los súbditos de la corona española.
¿Cómo se justifica el bajo grado de resistencia de los líderes locales del “Nuevo Mundo” a la colonización española?
Desde los primeros viajes de Colón hubo numerosas revueltas de líderes locales e intentos de secesión, pero es cierto que el grado de resistencia fue bajo si tenemos en cuenta el tiempo que duró el imperio español en América. Una razón es que el poder de los líderes locales para enriquecerse y hacer realidad sus aspiraciones era considerable y, por lo tanto, hasta finales del siglo XVIII no vieron necesario romper el vínculo con la corona española.
¿Por qué el español se introdujo tan rápidamente en América, desplazando fácilmente a las lenguas precolombinas?
Los descendientes de conquistadores propagaron la lengua con rapidez hasta imponerla sobre las lenguas precolombinas. Sin embargo el proceso no fue tan rápido, pues en el siglo XIX aún había muchos pueblos que no hablaban español y vivían al margen de la cultura occidental.
¿Por qué el mestizaje arraigó más en América del Sur que en América del Norte con los ingleses?
El hecho de que la mayoría de los conquistadores españoles viajaran al Nuevo Mundo sin mujeres les hizo buscar pareja entre las indígenas.
Francia, durante los siglos XVI y XVII, conoció un gran período de paz, ¿por qué no se lanzó a la conquista del mundo con el mismo ímpetu que sus vecinos?
Sí se lanzó a la conquista del mundo, y con bastante éxito. Francia se consolidó como la tercera gran potencia conquistadora de América, con unos extensos territorios en América del Norte que rivalizaban con el imperio británico, y sus colonias en el Caribe estaban entre las más rentables del mundo por sus exportaciones. Por otro lado Francia, a pesar de su extensa población, nunca logró promover la emigración de sus habitantes a América con tanto éxito como lo hizo Inglaterra. Había muy poca población francesa para controlar territorios tan extensos y este iba a ser el talón de Aquiles del imperio francés en el siglo XVIII.
¿Cómo contribuyeron las ideas ilustradas a la desaparición de los imperios coloniales europeos?
Las ideas de la Ilustración –como que todos los hombres son iguales, que el gobierno debe ser elegido por sus ciudadanos o que nadie tiene derecho a esclavizar a otro– supusieron un desafío a todas las potencias imperiales en las que los habitantes de las colonias no tenían los mismos derechos que los de las metrópolis y cuyas economías no podían funcionar sin la esclavitud. Por otro lado, la Ilustración también fue interpretada como el triunfo del pensamiento europeo, y tanto en el ámbito político como en el intelectual muchos consideraron que los imperios coloniales eran buenos para el conjunto de la humanidad, porque permitían propagar la modernidad y las ideas más avanzadas.
¿En qué medida influyeron las invasiones napoleónicas en la pérdida de las colonias españolas?
De forma muy notable. Desde el momento en que José Bonaparte ocupa el trono de España muchos miembros de las elites criollas consideran que por lealtad a los Borbones su deber es rebelarse contra el dominio español. También la invasión napoleónica puso de manifiesto la debilidad de España como potencia imperial y ello contribuyó a que el deseo de independencia se propagara con rapidez por toda la América hispana.
¿Qué mueve a los “imperios” de hoy en día –véanse Estados Unidos o China...– a la “conquista” de nuevos territorios? ¿Es la globalización económica el imperialismo del siglo XXI?
La lucha por la hegemonía mundial continúa en el siglo XXI aunque se manifiesta de forma distinta, pues el poder no se mide en términos de ocupación territorial como en la época en que Europa dominó el mundo, sino que lo determinan factores económicos, políticos, militares y culturales. EE.UU. es una superpotencia porque es hegemónica en esos cuatro factores. China es la más clara aspirante a convertirse en la primera potencia económica. La globalización económica lleva varios siglos en marcha: lo que ocurre actualmente es que en las últimas dos décadas se ha acelerado debido a los avances tecnológicos. El poder económico es un factor esencial del poder de una potencia con aspiraciones hegemónicas, pero esto siempre fue así.