MAESTRO DE PERIODISTAS
Poco a poco Julio Camba empieza a ocupar el lugar que se merece en la historia del periodismo español. Leyendo estos artículos resulta indudable su magisterio sobre varias generaciones de columnistas, que aprendieron de él a utilizar la ironía, el humor y
En los últimos años parece haberse despertado el interés por el gallego Julio Camba (1884-1962), uno de los mejores periodistas de la primera mitad del pasado siglo XX y a quien muchos otros periodistas, como Francisco Umbral y Josep Pla, consideraban un maestro.
Ediciones del Viento publicó hace pocos años las dos únicas novelas que escribió: El Destierro, de carácter autobiográfico, que apareció en El cuento semanal en 1907; y El matrimonio de Restrepo, publicada en La novela de hoy en 1924. También en 2003 se publicó una antología de las crónicas periodísticas y viajeras que escribió entre los años 1907 y 1914 ( Páginas escogidas, Espasa), edición a cargo de Pedro Ignacio López García, autor también de la biografía Julio Camba. El solitario del Palace (Espasa), que utiliza para el título la definición que González Ruano, uno de sus mejores amigos, dio tras su muerte.
También en Alhenamedia se han publicado otros libros de Camba: La ciudad automática y Aventuras de una peseta. Y en Libros del Silencio se publicaron los artículos que formaron parte del libro Haciendo de República (libro publicado en 1934), los que escribió para el diario ABC de Sevilla durante la Guerra Civil y otro grupo de artículos escritos en la posguerra sobre las consecuencias de las guerras y el inicio de la SGM. En un apéndice aparecen también varios artículos publicados en El Socialista que responden a algunos de los artículos publicados por Camba durante la República.
Ahora, en la editorial Pepitas de Calabaza se publica la antología que el propio Camba preparó de sus artículos, con unas crónicas muy personales en las que se mezcla el periodismo y la literatura. La misma editorial anuncia la próxima publicación de El Rebelde, los artículos que Camba escribió al principio de su carrera como periodista, cuando puso su pluma al servicio de la causa anarquista.
En 1903 se instaló en Madrid, tras una agitada estancia en Argentina, de donde fue echado por revolucionario, tema que forma parte del argumento de la novela El Destierro. A su regreso a España, muy joven todavía, comenzó a colaborar en la prensa más radical; incluso fundó su propia revista anarquista, El Rebelde. Al poco tiempo ya era un periodista famoso de Madrid. Escribió en El País, El Mundo, La Correspondencia de España, La Tribuna, ABC, El Sol... Para muchos de ellos ejerció también como corresponsal en el extranjero: Estambul, París, Londres, Berlín, Estados Unidos..., escribiendo unas crónicas que todavía hoy siguen despertando interés por la calidad literaria de sus artícu- los y por el original punto de vista con que retrata la vida en estas ciudades y países, como se puede apreciar en esta antología.
Camba fue uno de los periodistas más respetados y codiciados de su tiempo, pues sus crónicas, magníficas, muy entretenidas, eran muy leídas por todo tipo de lectores, que se identificaban con su estilo ligero y leve, su humor inteligente (a lo Chesterton) y su fina y sana ironía.
Para López García, su biógrafo, Camba era “culto sin pedantería y ameno sin frivolidad”. Él se consideraba discípulo de Azorín y de Pío Baroja, escritores con los que mantuvo una intensa amistad, lo mismo que con Valle-Inclán, Rubén Darío (con el que coincidió en París) y Ortega y Gasset. Su anarquismo inicial derivó posteriormente en un individualismo aristocrático y egoísta que cultivó durante toda su vida. Apoyó la II República, aunque pronto se sintió defraudado. Sin que fuese un escritor descaradamente político, defendió la intervención del bando nacional, lo que le ha acabado pasando factura en la historia del periodismo, como confiesa Manuel Jabois, autor del prólogo de esta edición de Pepitas de Calabaza. Amante de la buena mesa, se dijo de él que tenía mejor despensa que biblioteca. Con mucho humor, Camba declaró: “Creo que el amor, en la amistad y en el arroz a la valenciana”.
Sus artículos están escritos, al principio, imitando el estilo de Azorín, su declarado maestro. Luego, poco a poco fueron ganando en originalidad e intensidad literaria. Durante la primera mitad del siglo XX fue reconocido como uno de los mejores cronistas de la contradictoria y convulsa realidad española e internacional, aunque sus artículos tienen la habilidad de escapar del significado estrictamente político para convertirse en una mezcla de artículo de costumbres, de crítica, de política y de humor. Y es que Camba aborda todo tipo de asuntos con una desganada ligereza, con un estilo aparentemente leve e intrascendente y con un toque irónico con el que describe sin gravedad un conjunto de impresiones personales sobre la sociedad de su tiempo. Sus observaciones resultan muy agudas y en sus impresiones costumbristas y antropológicas, nunca sesudas, suele dar en el clavo.
En estos artículos aparece, pues, lo mejor de Camba, su fina ironía, su sutil inteligencia, su tono levemente superficial y anecdótico, y su asombrosa capacidad para, partiendo de una intrascendente anécdota, mostrar aspectos divertidos, insólitos y clarificadores sobre la realidad cambiante y convulsa que le tocó vivir. Aunque, insistimos, no es Camba un periodista que utilice el periodismo para hacer política.