ARTESANÍA CELTÍBERA
Las fíbulas celtibéricas tienen a menudo forma de caballo, ya sea exento o con jinete, como en el caso de esta pieza, encontrada en la necrópolis de Gormaz (Soria) y que data de los siglos IV-III a.C. Estas figuras decorativas solían formar parte del ajuar de algunas tumbas, y generalmente los investigadores las consideran identificativas de las elites guerreras ecuestres.
Además de bravos guerreros, los cántabros destacaron también como hábiles talladores y artesanos. Una buena prueba son los cientos de estelas funerarias, como esta de la derecha, hallada en la localidad de Barros. La pieza tiene un diámetro de 1,66 metros –un tamaño respetable, aunque se conoce otra mayor, de hasta 1,90 m–, y está decorada con motivos solares, como círculos concéntricos. Muy probablemente fue utilizada para señalar la ubicación de la tumba de un guerrero.
A su lado, un escudo celtibérico, en este caso el de Griegos, descubierto en esta localidad de la comarca de Albarracín (Teruel), y datado en el siglo IV a.C. Los escudos estaban realizados mediante un armazón de madera recubierto con placas de bronce. Estas piezas metálicas están decoradas con motivos astrales, y el escudo conserva las anillas que permitían llevarlo colgado.
A la derecha de estas líneas, un llamativo collar celtibérico del siglo IV a.C., conocido como Collar de la Sacerdotisa y conservado en el Museo Arqueológico de Madrid. Fue descubierto a comienzos de siglo XX en Guadalajara, y habría tenido un uso religioso.