EL MEMORIAL CONTRA EL ARZOBISPO
Melchor Cano, el enconado enemigo de Carranza, redactaría una censura junto a Domingo de Cuevas contra el Cathecismo del arzobispo, que se erigiría en piedra angular del proceso y donde puede apreciarse la animadversión y venganza del primero contra el que pronto sería reo de la Inquisición, y en el que se denunciaba que el texto iba en perjuicio del pueblo cristiano por varias razones: -Porque daba a la gente ruda, en lengua vulgar, cosas dificultosas y perplejas. -Porque profana y hace públicos los misterios de la religión. -Porque “tiene muchas cortedades peligrosas para este tiempo, dejando de apuntar y declarar lo que conviene para que el pueblo no tropiece, como en los lugares en que generalmente dize, sin especificar ni anotar nada, que la fe y conoscimiento del Redemptor justifica y salva, trayendo los testimonios de la Escritura en que los luteranos hacen fuerza… y usurpando modos de hablar suyos”. -Porque “tiene algunas proposiciones ambiguas, y en la sonada de las palabras más paresce que se significa el malo que el bueno”. -Porque trae muchas cuestiones con los luteranos, y es peligrosísimo meter al pueblo en disputas de esta calidad mucho más en España, donde no corren libros de herejes y es peor el remedio que la enfermedad. -Porque el libro “contiene muchas proposiciones escandalosas, temerarias, malsonantes; otras que saben a herejías, otras que son erróneas, y aun tales hay dellas que son heréticas, en el sentido que hacen”. Estas son solo algunas de las cientos cuarenta y una proposiciones que nota y censura en el libro de los Comentarios, aparte de las que halló en la exposición del salmo De profundis, en el tratado De amore Dei y en muchos sermones del arzobispo. Conocida la sutileza del ingenio de Melchor Cano, no es increíble pensar, como anota Menéndez Pelayo, que “ha de haber interpretaciones violentas y torcidas y cosas rebuscadas y sin fundamento”, lo que no exime a Carranza de cierta sospecha de alumbradismo.