HIJO DE UN IMPERIO

Se sabe muy poco de sus primeros años, pero nació en un siglo en el que Roma era dueña del Mediterráneo occidental tras derrotar a Cartago en la II Guerra Púnica. En Oriente, los hijos de Rómulo habían combatido contra los poderosos reinos helenísticos y la diosa Victoria les había sonreído. La maquinaria bélica romana alimentaba a la economía, con tributos, esclavos, productos y nuevos mercados y materias primas. Dicho de forma más prosaica, la guerra era una forma de vida muy atractiva para los romanos, igual que para muchos otros pueblos, incluidos los que habitaban en Hispania. A veces era la principal fuente de recursos, sobre todo en momentos de carestía. Pero la política también bebía del néctar de las victorias militares y quizá por eso una de las primeras noticias sobre la vida de Galba la tenemos acompañando a Emilio Paulo, en una campaña que sometió al reino de Macedonia. Probablemente en este tipo de vida aprendió lo útiles que eran los triunfos ya que, cuando se derrotaba al enemigo de forma rotunda, se conseguía un botín muy suculento que podía sufragar las costosas campañas electorales y se ganaba un prestigio que rodeaba al interesado de un aura que rayaba en lo divino, puesto que no se podía triunfar sin ayuda de los poderes superiores. Además también congraciaba a los soldados con sus mandos, que repartían los trofeos arrebatados al enemigo y les dirigían al éxito en la batalla. Tener un ejército fiel se demostró muy pronto que era una buena baza política y de hecho Tito Livio menciona que , cuando Paulo volvió a Roma, Galba conspiró contra él y consiguió que sus soldados no apoyaran sus propuestas, ya que se había mostrado muy poco generoso con el reparto del botín (XLV, 35, 8-9 y 36). Sin embargo, lo que hizo famoso a nuestro protagonista fue su actividad en las tierras de Iberia.