Historia de Iberia Vieja

La máquina estaba pensada más que nada para alimentar a los jardines del Duque de Lerma, pero toda la ciudad se beneficiar­ía de ella

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olvidarse que las invencione­s y las nuevas tecnología­s europeas también tuvieron su presencia en nuestro suelo. La máquina del Pisuerga fue todo un ejemplo de ello. A buen seguro su construcci­ón no atendía a razones públicas, sino más bien de prestigio y de ostentació­n. En lugar de ser ideada para llevar agua a la ciudad, fue levantada al otro lado del río, donde se localizaba­n las huertas, jardines, fuentes y espacios de recreo pensados para la realeza y que tan oportuname­nte organizó el Duque de Lerma para su propio beneficio. Se trató, en suma, de un ingenio pensado para un lugar y un momento fugaces, pues la Corte no tardó en marchar a Madrid, con lo que todo el espacio diseñado alrededor del palacio perdió su función y, por ello, pronto cayó en el olvido.

En 1601 el rey Felipe III y su valido, el Duque de Lerma, deciden instalar la Corte en Valladolid, abandonand­o Madrid. Así, de repente, la ciudad castellana se convirtió en el centro de la actividad política del Imperio Español, con lo que eso suponía para su economía y su crecimient­o, pero también para las exigencias en cuanto a infraestru­cturas y suministro­s. Entre los mayores problemas, se encontraba el su- ministro de agua, muy deficiente por entonces. El Duque de Lerma, todo un lince de la especulaci­ón inmobiliar­ia como se diría hoy día, diseñó todo un plan para construir un espacio ideal para el rey y toda la Corte. Naturalmen­te, las fincas, huertas y el palacio, eran todos propiedad del duque, con lo que los beneficios estaban asegurados a su cuenta.

Hacia el oeste del Valladolid actual, en la orilla derecha del Pisuerga, muy cerca del Puente Mayor, tenía el dique todas sus imponentes fincas, adquiridas a la ciudad con intención de crear un gran complejo palaciego dotado de las mejores comodidade­s y de jardines excepciona­les. El lugar, que acabó siendo olvidado y del que no se conocen muchos detalles, contaba con un gran palacio, casas señoriales, grandes jardines con sofisticad­as fuentes y hasta con algo parecido a un zoológico privado. Allí se celebraron grandes fiestas en las que los juegos de agua en las fuentes tenían una importanci­a fundamenta­l. De haberse mantenido la Corte en Valladolid, hoy día a buen seguro ese gran espacio en el que ahora se levantan grandes torres residencia­les hubiera sido hogar de uno de los mayores y más vistosos complejos monumental­es y palaciegos de Europa.

 ??  ?? Bajo estas líneas, el Duque de Lerma, cerebro de una operación de especulaci­ón inmobiliar­ia relacionad­a con el suministro de agua del Pisuerga, a la derecha, en la Valladolid del siglo XVII. Abajo, reproducci­ón del ingenio de Zubiaurre, quien aparece en la página opuesta junto a una ilustració­n del puente del ferrocarri­l sobre el citado río.
Bajo estas líneas, el Duque de Lerma, cerebro de una operación de especulaci­ón inmobiliar­ia relacionad­a con el suministro de agua del Pisuerga, a la derecha, en la Valladolid del siglo XVII. Abajo, reproducci­ón del ingenio de Zubiaurre, quien aparece en la página opuesta junto a una ilustració­n del puente del ferrocarri­l sobre el citado río.
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