Sigilosamente se situó detrás del Presidente y le descerrajó un tiro a quemarropa en la parte posterior del cráneo. Lincoln se desplomó en el acto
mayor Henry Rathbone y su prometida, Clara Harris, hija del senador Ira Harris. John Parker, el único guardaespaldas que protegía a Lincoln, abandonó el teatro y junto al cochero del carruaje presidencial fueron a tomarse una copa al cercano
Star Saloon. A través de una mirilla practicada en la pared Booth podía observar al Presidente completamente indefenso. Eran alrededor de las diez y cuarto de la noche cuando John Wilkes Booth empuñó entonces su pequeña pistola y abrió la puerta del palco para después dejarla atrancada por dentro con un madero. Sigilosamente se situó detrás del Presidente y le descerrajó un tiro a quemarropa en la parte posterior del cráneo, cerca de la oreja izquierda. Lincoln se desplomó en el acto.
El mayor Rahbone reacionó rápidamente y sujetó a Booth para impedir que pudiera escapar. El magnicida se defendió entonces con su cuchillo, apuñalando el brazo del oficial. A pesar de sufrir un profundo corte, Rathbone se recuperó y de nuevo agarró al magnicida, iniciándose un violento forcejeo del que logró zafarse tras golpearlo repetidas veces. Viendo que no podía escapar por el palco, Booth saltó al escenario y al caer se rompió el peroné. Aún así, logró levantarse y blandiendo su cuchillo gritó,
“¡Sic semper tyrannis!”, el lema latino del estado de Virginia que puede traducirse por
“¡Así siempre a los tiranos!”. EL ESCÁNDALO El magnicidio de Lincoln y la implacable persecución de los conspiradores acapararon la atención de los periódicos de la época. La opinión pública americana, conmocionada por el asesinato del Presidente, buscaba en sus páginas las últimas noticias sobre los avances de la investigación, demanda que era atendida con grandes titulares en los que aparecían los nombres de los implicados. Los periodistas husmeaban a la caza de cualquier nuevo dato que les pudiera dar un titular y el hallazgo de las fotografías de cinco mujeres entre las pertenencias de Booth era una buena oportunidad para dar al público lo que estaba esperando. Cuando se descubrió que una de ellas pertenecía a Lucy Hale, la hija del senador abolicionista y antiguo candidato a ser inquilino de la Casa Blanca John Parker Hale, el escándalo estaba servido.
Ajena completamente a todo lo que estaba a punto de ocurrir, parece ser que Lucy Hale pasó la tarde del 14 de abril recibiendo clases de español junto a Robert Lincoln y John Hay, otro de sus admiradores que en aquel momento ocupaba el puesto de secretario privado del Presidente. Posteriormente, Lucy y su madre acudieron al Nacional Hotel aceptando una invitación del propio Booth con el que estuvieron cenando sin que nada hiciera presagiar las intenciones del actor. El comedor estaba repleto de personajes influyentes de la Capital Federal que la vieron hablar con el actor. Cuando se conocieron las noticias del magnicidio y de la implicación directa de Booth en el crimen, Lucy sufrió una conmoción, horrorizada al descubrir que su novio era un asesino.
John Parker Hale no podía permitir que su hija y su esposa se vieran salpicadas por aquel escándalo y movió todas sus influencias para evitarlo. Parece ser que desde hacía tiempo conocía el noviazgo entre Lucy y el actor, relación que no estaba dispuesto a aceptar. Ante la negativa de su hija a romper con Booth, el senador decidió tomar medidas antes de que fuera demasiado tarde. Hale acudió entonces a Lincoln solicitándole el puesto de embajador en España, con la intención de llevarse a su familia con él apartándola de la influencia del actor, petición que el Presidente concedió en uno de sus últimos actos antes de morir asesinado por el novio de la hija de aquel hombre preocupado que había acudido a visitarle al