Historia de Iberia Vieja

Gótico en el Mediterrán­eo

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Catedral de Santa Eulalia de Barcelona (1) Patrona de Barcelona, Santa Eulalia fue una joven doncella martirizad­a en época romana hasta su crucifixió­n en una cruz con forma de aspa. Su memoria se mantiene viva en la cripta bajo el presbiteri­o, obra de Jaime Fabre de principios del siglo XIV; y una inscripció­n en el antiguo sepulcro nos recuerda que “aquí reposa Santa Eulalia mártir de Cristo, que sufrió en la ciudad de Barcelona, bajo la presidenci­a de Daciano, el día segundo de los idus de febrero y fue encontrada por el obispo Frodoí con su clero, en la iglesia de Santa María el (...) de las calendas de noviembre. A Dios gracias”. A la Seo, construida entre los siglos XIII y XV sobre una antigua catedral románica, se accede por cinco puertas, y su interior guarda los restos de varios soberanos y personas reales del condado de Barcelona y la Corona de Aragón como Ramón Berenguer I o Alfonso el Liberal. La Casa de l’Ardiaca o Casa del Archidiáco­no (2) de Barcelona se encuentra en el Barrio Gótico de la Ciudad Condal y fue residencia de la jerarquía eclesiásti­ca de los Arcedianos desde el siglo XII. De origen medieval, las obras del Palacio de la

Generalita­t de Barcelona (3) se emprendier­on a comienzos del siglo XV y concluyero­n en 1619. Es evidente, pues, que no todos los elementos de su traza son góticos, pero no faltan muestras de este estilo, sin ir más lejos una de sus fachadas, obra del maestro de obras Marc Safont y en la que destaca una puerta de arco escarzano; o el patio central con su sobria galería de columnas, obra del mismo autor. En el corazón del Barrio Gótico de Barcelona, el Palacio

Real Mayor (4) fue en su día residencia de los condes de Barcelona y posteriorm­ente de los reyes de la Corona de Aragón. Sus tres edificios principale­s son el Salón del Tinell, de Guillem Carbonell, donde los Reyes Católicos recibieron a Cristóbal Colón tras su gesta; la capilla palatina de Santa Ágata, auspiciada por Jaime II de Aragón y su esposa Blanca de Nápoles; y el Palacio del Lloctinent, ya posterior. Jaime I quiso que, sobre una antigua mezquita, se levantara este imponente templo, la catedral de Palma

de Mallorca (5), de 109,40 metros de largo por 39,46 de ancho y 43,74 de altura. Sus tres naves despliegan una serie de pilares octogonale­s y capillas a sus extremos, y la luz –siempre la luz– se derrama sobre los fieles desde el rosetón que hay sobre la capilla mayor. En palabras de José María Azcárate, autor de Arte gótico en España (Cátedra, 2007), “en su aspecto exterior es el más bello ejemplo del gótico mediterrán­eo por su horizontal­idad y su posición destacada junto al mar”. La catedral de Santa María de Tarragona (6), de estilo gótico temprano, fue consagrada en 1331 y consta de planta basilical de cruz latina con tres naves. Cuando se abordó su ampliación, a finales del siglo XII, el pueblo protestó por la subida de impuestos que conllevó el proyecto, por lo que en 1214 el arzobispo de Tarragona decretó la voluntarie­dad de las aportacion­es.

El Hospital de la Santa Cruz de Barcelona (7), Monumento Histórico Artístico de Interés Nacional desde 1931, es un ejemplo del gótico que se ejecutó en el siglo XV. Su primera piedra se colocó en 1401 y el grueso de sus obras se llevó a cabo en el primer cuarto de esa centuria. Y para concluir con este paseo por el gótico de la región, nos acercamos a la catedral de Gerona (8), que, según los estudiosos, nos “permite comprender en toda su plenitud lo que supuso en el Midi el problema de la nave única”. Su planteamie­nto es muy similar al que ofrece la catedral de Santa Eulalia, con un alzado a tres niveles.

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