Una escultura religiosa
Aunque sus características hacen del pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela (1) una obra románica, hay que reconocer que su artífice, el Maestro Mateo, parece presagiar en estas figuras plenas de naturalismo la venidera escultura gótica. De hecho, se diría que el pórtico pone un brillantísimo punto final al románico en España. Esta escultura de Sant Jordi (2) puede admirarse en la antigua fachada gótica del Palacio de la Generalitat de Barcelona, en la calla del Bisbe. Su artífice, Pere Joan, uno de los mayores escultores del arte gótico catalán, la esculpió en torno a 1420.
Villafrechós (Valladolid) presume con justicia de su convento de Santa Clara, donde podemos admirar la talla de esta Virgen de los Ángeles (3), obra del escultor de origen nórdico Alejo de Vahía (c. 1500), con sus facciones idealizadas y extensa cabellera negra.
La iglesia de Toro (4) en Zamora es uno de los monumentos que más nos fascinan por su capacidad para hermanar románico y gótico en un mismo recinto. Iniciada en 1160, bajo el reinado de Alfonso VIII, sus obras se prolongarían hasta bien entrado el siglo XIII. La llamada Puerta de Occidente, o de la Majestad, muestra un pórtico gótico policromado, con una florida ornamentación.
Sepulcro del doncel de Sigüenza (5). En la catedral de la ciudad alcarreña hay una capilla –la de Santa Catalina– que alberga una de las esculturas más famosas del gótico. El vocablo “doncel” tiene dos significados: el primero hace referencia a un hombre joven que conserva su virginidad y el segundo a un hombre que todavía no ha sido nombrado caballero. En cualquiera de los casos, la denominación es inapropiada, puesto que el doncel Martín Núñez de Arce había muerto a los veinticinco años en la guerra de Granada, tras haber sido nombrado caballero de la orden de Santiago. Esta obra es una escultura realizada en alabastro por un autor desconocido a principios del siglo XVI.