Historia de Iberia Vieja

Nunca antes en la historia de la humanidad, y nunca después hasta el siglo XX, las mujeres habían alcanzado tal grado de relevancia e influencia social

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LA CATEDRAL DE TOLEDO

La ciudad de Toledo, conquistad­a por los cristianos en 1085, recuperó su calidad de catedral primada, que poseía desde tiempos de los visigodos. En 1227 se derribó lo que aún quedaba en pie de la mezquita aljama y se decidió construir una gran catedral en estilo gótico, de cinco naves, que resaltara el prestigio de la sede toledana. Siguiendo el modelo de la catedral de Bourges, la de Toledo fue construida por varios maestros, algunos de origen francés, que se sucedieron al frente de las obras a lo largo de los siglos XIII y XIV, como Martín, Pedro Pérez, Rodrigo Alonso, Alvar Martínez o Hannequin de Bruselas.

En 1230, a la muerte de Alfonso IX de León, su hijo Fernando III, que ya lo era de Castilla desde 1217, heredó los dominios de su padre y reunificó las dos coronas. La ciudad de León, la capital histórica de la monarquía, quiso emular a Burgos, y su obispo Martín Fernández decidió erigir una nueva catedral en estilo gótico. Para trazar los planos mandó llamar al maestro Enrique, que seguía trabajando en la de Burgos. Enrique proyectó una catedral que copia casi al detalle, ahora sí, el plano de Reims, pero con unas dimensione­s reducidas en un tercio del modelo original y con tan sólo cinco tramos en la nave, frente a los nueve de Reims. Es probable que Enrique se hubiera formado en el taller catedralic­io de Reims, de ahí su similitud en planta y el mismo crucero de tres naves, en tanto el primer arquitecto anónimo de Burgos podría haberlo hecho en el de la de París. En 1255 se colocó la primera piedra de la nueva catedral de León. El maestro Enrique murió en 1277, pero el plan continuó tal y como estaba previsto de la mano del maestro Juan Pérez, cuyo nombre es hispano y que bien pudo formarse en el taller de Enrique.

Otras catedrales menores se iniciaron en el reino de Castilla y León al abrigo del crecimient­o económico y el desarrollo urbano, como la del Burgo de Osma en 1232, pero las de Burgos, Toledo y León fueron las tres grandes catedrales que convencier­on a los obispos hispanos para edificar sus nuevos templos en el arte de la luz que llegaba desde Francia. Incluso el arzobispo de Santiago de Compostela, a pesar de disponer de la más notable de las catedrales románicas de toda la península Ibérica, decidió construir una gótica. A mediados del siglo xiii se excavaron los cimientos de una catedral gótica que iba a superar, con mucho, el tamaño de la románica compostela­na.

Pero, en el último cuarto del siglo XIII, la crisis política y económica azotó con dureza al reino de Castilla y León. La mayoría de los grandes proyectos constructi­vos que estaban en marcha quedaron paralizado­s, entre ellos la nueva catedral de Compostela... pero el Gótico ya estaba

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