Origen pagano de las procesiones cristianas
Aunque en los primeros tiempos los cristianos primitivos fueron contrarios a las procesiones, pues les parecían costumbres propias del paganismo romano, poco a poco se fueron aceptando este tipo de muestras de devoción popular, cuyos paralelos más antiguos encontramos ya en Egipto, Babilonia o Grecia. Las procesiones paganas de Roma eran denominadas “pompas” y, al igual que en su contrapartida cristiana, consistían en desfiles rituales en los que los fieles sacaban de su lugar de culto habitual imágenes o símbolos de dioses y diosas. Esta incómoda similitud fue la que llevó a la adopción del término latino processio (literalmente, “marchar”, en el sentido militar) en contraposición al de
pompa, que desde ese momento comenzó a adquirir un sentido negativo, relacionado con el lujo y la soberbia. Pero a pesar de estas “precauciones”, la Iglesia se vio obligada, poco a poco, a la entrada en sus ritos de algunos elementos de las pompae paganas, tal y como explica Antonio Blanco Freijeiro en un texto clásico sobre la cuestión. Con la instauración del cristianismo como religión mayoritaria en el Imperio Romano, numerosas procesiones y festividades paganas fueron sustituidas por otras de carácter cristiano. De esta forma, se facilitaba la conversión de los paganos, al crearse una versión cristiana de sus costumbres y celebraciones más importantes.